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Gordon Brown resurge en los sondeos y reduce a la mitad la ventaja 'tory'

La gestión de la crisis por el primer ministro impulsa a los laboristas británicos

La espectacular recuperación del primer ministro Gordon Brown ha dejado a los tories sin la mayoría absoluta que pronosticaban los sondeos desde hace meses. Los laboristas, que hace un mes estaban a casi 20 puntos de distancia de los conservadores, han recortado ese diferencial a ocho puntos, según el sondeo de ComRes publicado ayer por el diario The Independent.

El sondeo otorga a los conservadores el 39% de los votos, a los laboristas el 31%, a los liberales-demócratas el 16% y al resto de partidos el 14%. Con ese reparto porcentual, los tories obtendrían 304 escaños, a 19 de la mayoría absoluta; los laboristas, 257 (92 menos de los que tienen ahora) y los liberales, 59. La media de las encuestas de hace un mes otorgaba a los conservadores 368 escaños y a los laboristas tan sólo 208, según las estimaciones de Electoral Calculus, una página de Internet especializada en el análisis de los sondeos y los resultados electorales en el Reino Unido.

La distancia entre los dos partidos baja en un mes de casi veinte puntos a ocho
Un oscuro caso de donaciones mancha la imagen del partido de Cameron

La recuperación de Brown empezó con su intervención en el congreso de los laboristas a finales de septiembre, en un momento en el que se le consideraba políticamente muerto, y se ha ido consolidando de la mano de la crisis financiera. En las últimas semanas, el dubitativo Brown de meses anteriores se ha transformado en un primer ministro con capacidad de tomar decisiones y de exportar a Europa y EE UU el modelo aplicado en el Reino Unido para estabilizar el sistema bancario en la peor crisis desde la Gran Depresión.

Pero esa recuperación puede ser muy frágil, en la medida en que la recesión a la que está abocada la economía británica vaya afectando a la economía real y, sobre todo, empeorando las condiciones de la vida real de los votantes.

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Frente a la hiperactividad de Brown, los conservadores han aparecido como un partido atenazado y sin ideas en las últimas semanas de crisis financiera, atrapados entre la obligación moral de apoyar al Gobierno cuando la banca parecía ir hacia el colapso y la necesidad electoral de atribuir a los laboristas todos los males, pese a que la crisis parece la consecuencia de un modelo económico especialmente propiciado por los tories en el pasado.

A eso se ha sumado en los últimos días el escándalo de las donaciones supuestamente pedidas el verano pasado por el número dos del partido y canciller del Exchequer en la sombra, George Osborne, al multimillonario ruso Oleg Deripaska, en el yate del oligarca anclado frente a las costas de la isla griega de Corfú.

Aunque el caso cuestiona también al ahora ministro y entonces comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, ha sido especialmente dañino para el Partido Conservador porque ha hecho renacer la imagen de un partido ligado al poder, el dinero y la clase dominante, haciendo añicos los esfuerzos del actual líder, David Cameron, por presentarse como un político próximo a la clase media y preocupado por el medio ambiente, por la lucha contra la pobreza y la exclusión social y cercano a las minorías étnicas.

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