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Reportaje:

La esclava que derrotó a Níger

El Gobierno del país africano deberá indemnizar con 15.000 euros a Hadijatou Mani por 12 años de servidumbre, violencia sexual y trabajos forzados

El Estado de Níger debía haber luchado contra la esclavitud. Debía haber evitado a la joven Hadijatou Mani 12 años de servidumbre, de trabajos forzados, de violencia sexual y humillaciones. La mitad de su vida. Pero no lo hizo. Y los tribunales de la Comunidad Económica de los Estados Africanos Occidentales (Ecowas, en sus siglas en inglés) le condenaron ayer por ello, por incumplir su propia legislación antiesclavitud, en una histórica sentencia. Níger falló en la protección de la joven y deberá pagar a Hadijatou Mani 15.000 euros como indemnización. La resolución es de vital importancia en un país en el que todavía viven esclavizadas más de 43.000 personas y en una zona donde sigue amparada por tradición, pese a estar prohibida por ley -en Mali y Mauritania se sigue practicando-.

Más de 43.000 personas viven esclavizadas en el continente

Mani "no tiene nada, es una indigente", dijo ayer Romana Cacchioli, representante de Anti-Slavery International en el país africano, que ha asistido a la joven junto a la ONG local Tridimia en la prolongada batalla judicial contra el que fue su amo. "Pero ahora, al menos, puede comprar algo de tierra y ganado e iniciar una nueva vida para ella y para su hija". Y está feliz por ello.

Procedente de una casta tuareg donde la servidumbre forma parte de la tradición, los antepasados de la joven de 24 años habían sido todos esclavos. Su niña, por costumbre, estaba también llamada a serlo. A ella la vendieron por 320 euros cuando tenía 12 años a un terrateniente local, El Hadj Souleymane Naroua, en una operación que cerró un amigo del amo de su madre. El primer año, según narró al tribunal, tenía que ocuparse de tareas de la casa y era constantemente humillada e insultada por miembros de la familia. El segundo, fue obligada a trabajar en el campo y violada por primera vez por su amo, al que dio tres hijos, de los que viven dos. Se había convertido en una esclava sexual, en una sadaka. "Nunca tuve con él relaciones consentidas", aseguró la joven ante el tribunal de Ecowas.

En 2003, Níger estableció un código penal más duro con la esclavitud y Naroua se podía enfrentar a penas de prisión de hasta 30 años. La organización Trimidia se encargó de hacérselo saber. Naroua accedió a liberar a la joven, pero exigió que ésta se quedara con él. Las esclavas liberadas se convierten, según la tradición, en las esposas de sus ex amos. Fue entonces cuando Mani y las ONG decidieron llevar su caso a los tribunales, que decretaron que el matrimonio era inexistente. No había habido consentimiento o pago de dote. Mani, con el acuerdo previo de su hermano, se casó entonces con un joven de su elección y Naroua, que recurrió la sentencia inicial, la acusó de bígama. En este caso, los tribunales de Níger, amparándose en las leyes tradicionales, dieron la razón al esclavista y condenaron a la joven, a su hermano y a su marido a penas de seis meses de prisión y al pago de una multa.

Saratou, la pequeña de Mani, ahora de un año, nació cuando su madre estaba inmersa en todo el proceso judicial. "Sólo quiero paz, que me dejen en paz", dijo entonces Mani. De acuerdo con Cacchioli, es posible que ahora la tenga. "Estamos convencidos de que el Gobierno de Níger aceptará la sentencia y esperamos que pague la multa con celeridad, para que Hadijatou pueda iniciar su nueva vida cuanto antes".

Cacchioli se lamentó de que el tribunal, compuesto por jueces de Senegal, Mali y Togo, no condenara a Níger por el uso indebido de leyes basadas en la costumbre o en la tradición para juzgar a sus ciudadanos. "En el caso de Mani hemos visto cuán perjudicial es para las mujeres el uso de estas leyes. Esperamos que Níger empiece a tomárselo en serio, que nombre jueces que se basen en la legislación". Las ONG consideran que la sentencia tendrá consecuencias en Mali y Mauritania. "Sus Gobiernos deberán endurecer las medidas contra la esclavitud".

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