Historia infinita de la fotografía
El Macba acoge una inabarcable muestra sobre el poder documental de la imagen
Un trabajador en paro se sienta desesperado en una escalera de piedra. Aunque lo parezca, no es el pie de foto de una página de la sección de Economía del periódico de hoy, sino el título de una fotografía del alemán Walter Ballhause realizada en 1932, en plena gran depresión. Si las cosas siguen igual, dentro de poco podrán hacerse pósters con ella. La imagen resume, hoy como entonces, el drama humano de la crisis, la impotencia frente a unas fuerzas que le superan.
Esta fotografía cuenta una historia. Igual sucede con prácticamente todas las imágenes, más de 2.000 de 250 artistas (desde 1850 hasta 2008), que pueden verse en la exposición Archivo universal. La condición del documento y la utopía fotográfica moderna (en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona hasta el 6 de enero).
'Archivo universal' reúne más de 2.000 obras de 250 artistas
"La fotografía no es un mero taquígrafo, también explica", decía Tretiakov
"La fotografía no es un mero taquígrafo, también explica", decía Tretiakov en 1928. De esto, de cómo la fotografía ha ido y puede ir más allá del mero reflejo especular, trata esta inabarcable exposición de tesis en cuya desmesurada ambición parece asumir casi aires enciclopédicos a la hora de analizar lo que explica la fotografía, y cómo ha ido cambiando la interpretación del porqué y cómo lo hace.
En la exposición hay de todo. Imágenes vintage de la guerra civil estadounidense (la primera fotografiada); álbumes de las misiones organizadas por el Estado francés en Egipto a mediados del siglo XIX o reconstrucciones de las instalaciones de El Lissitzky en los años treinta. De una amplia recopilación de los retratos de August Sander a los contactos de las últimas fotografías de calles de Los Ángeles que realizaba, sin prácticamente mirar el visor, Garry Winogrand.
"No se trata de una historia cronológica, sino que lo que presentamos son historias, microrrelatos que se articulan entre sí en diferentes capas", comenta Jorge Ribalta, comisario de esta exposición que comenzó a gestarse en 2006.
Primero estuvo el encargo del museo a 17 fotógrafos -entre ellos, David Goldblatt, William Klein o Allan Sekula- para que reflejaran la Barcelona actual con todas sus contradicciones, metropolitanas y sociales. Este singular trabajo -que en parte puede consultarse en la web del centro (www.macba.es)- entronca con las grandes misiones fotográficas encargadas a lo largo de la historia, así como con los debates sobre el papel del documento gráfico.
En este sentido, Archivo universal, que ocupa dos plantas del museo, tiene una parte "local" centrada en la representación de Barcelona a partir de los resultados de esta misión y de una cuidadosa selección histórica que incluye documentos extraordinarios; la construcción del monumento a Colón, imágenes de la Semana Trágica o un fotomontaje turístico sobre el barrio gótico realizado en 1935 por Pere Català Pic, padre de Català-Roca, también presente en la muestra.
A su vez, y para ponerle aún más densidad al asunto, esta parte global está dividida en cuatro grandes apartados temáticos, que podrían funcionar cada uno con exposiciones autónomas. El primero se dedica a mostrar cómo surgen las "políticas de la víctima" en los años veinte y treinta a través tanto de la fotografía soviética reivindicativa del obrero como del más paternalista ensayo fotográfico occidental que encumbrará la revista Life.
Se pasa después al apartado dedicado a la utilización de la fotografía como propaganda política a través de exposiciones con un diseño rompedor y vanguardista pensado para deslumbrar. Luego se refleja también su papel como instrumento para la antropología y las ciencias sociales, tanto de culturas exóticas como del mismo mundo rural o urbano en proceso de desaparición. Y, por último, se aborda la documentación de las transformaciones urbanas, sea en el París de finales del siglo XIX o en el Nueva York que construía los grandes rascacielos.
Todo ello a través de fotografías, libros, documentales y revistas. Con imágenes que quitan el hipo de algunos de los más grandes fotógrafos de la historia, desde Lewis Hine a Eugène Atget pasando por Walker Evans, Franco Pinna, Juan Rulfo o Weegee. La entrada vale para volver las veces que se quiera. Y es un consuelo. No hay catálogo y el recorrido, apabullante, agota. Pero, eso sí, es un gustazo.
Babelia
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