"Hacer discos tristes es una constante en mi carrera"
Benito Lertxundi resume en una frase la sensación de incomodidad que le invade cada vez que le toca promocionar un nuevo disco: "Me digo a mí mismo: 'Seguro que llevas cara de vendedor". Con ese "castigo" afronta hablar de Itsas ulu zolia, un álbum en el que canta textos propios y otros de Joxe Mendiague, Jon Maia, Olatz Zugasti, Iñaki Azkune y Andoni Egaña.
Pregunta. Habla de pueblos que languidecen, de gente dispuesta a morir en el mar, de cautivos,... Es otro disco triste.
Respuesta. Sí, pero eso es una constante en mí. Lo que me pone en marcha al hacer una canción son cosas que me llegan con cierta profundidad, algo que tenga cierta tristeza. Esa estética un poco austera y triste me encanta.
"Muchas veces me río con mi ego, uno de los ejercicios más saludables que hay"
P. "Hay quien piensa que sin conflicto no hay vida", canta en Hitzak. ¿A quién se refiere?
R. Es una cosa muy extendida. Se oye mucho que sin conflicto no hay vida. Yo creo que no es una cosa inevitable. La inmensa mayoría del mundo vive en conflicto, de acuerdo, pero siempre hay excepciones. Ahí entra en juego la inteligencia de cada uno para reconocer la naturaleza de ese conflicto y ponerle fin.
P. También dice: "¡Qué tiempos estos en los que los malditos chulos que tienen el mundo en un puño son los paladines de la paz!" ¿Hay mucha demagogia en la esfera política?
R. En la esfera política y fuera de ella. También hay mucho moralista. El mundo tiene siempre algún dominante. Hay poderosos que lo tienen cogido en un puño, y su paz consiste en que el mundo se rinda un poco a su filosofía. A eso le llaman paz, y esta canción [Bakea] es una especie de corte de mangas.
P. El mar resulta algo especial para usted.
R. Naturalmente, siendo de Orio, el olor a salitre tiene mucha presencia en mi vida, pero hace no muchos años se me preguntaba por qué había tan poca presencia del mar en mi carrera. Estaba siempre tierra adentro. Últimamente se ha divulgado el tópico de Benito y el mar, y se abusa un poco de él.
P. Elkar, su discográfica, le presenta como "un gran observador de la naturaleza humana".
R. No sé si soy grande o pequeño, pero observar lo encuentro algo vital. La cultura con mayúsculas la hacemos cuando estamos con absoluta libertad, sin hacer ningún juicio, observando lo que nos pasa a cada instante.
P. Euskaltzaindia dedicó el pasado año una exposición al movimiento Ez Dok Amairu. ¿Era necesario?
R. No siento necesidad de andar de exposición en exposición, ni me gusta recurrir siempre a la época de Ez Dok Amairu para hablar de nuestra historia. Pero Ez Dok Amairu es irrepetible. Le tocó abrir esa página nueva de la historia de la música, lo hizo bien y gracias a ello existe lo que existe hoy. Era un grupo muy carismático y su sombra sigue estando allí.
P. ¿Cómo lleva ser un referente de la canción euskaldun?
R. Unas veces el ego se estimula con cosas que te proporciona la fama, y otras se lesiona por cuestión de la fama. Lo que ocurre es que yo muchas veces me río con mi propio ego, y ése es uno de los ejercicios más saludables que existen.
Benito Lertxundi
Benito Lertxundi (Orio, 1942) es una voz reconocible de la música euskaldun desde que descolló en el movimiento Ez Dok Amairu, hace ya cuatro décadas. El éxito temprano de un repertorio que aunaba protesta, reivindicación del euskera y respeto por la tradición le permitió abandonar su trabajo de relojero y centrarse en una carrera musical plasmada en 13 discos, el último de los cuales salió ayer a la venta.
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