Gesticulación europea
La minicumbre económica convocada por Sarkozy acaba sin plan de rescate
La cumbre de los cuatro miembros europeos del G-8 no concluyó con ningún acuerdo de importancia sobre cómo afrontar la crisis que, iniciada en Estados Unidos, afecta a la totalidad del sistema financiero mundial. Como otras iniciativas del presidente Sarkozy, también en esta reunión precipitada pareció pesar más la escenificación que la eficacia. Los presidentes y jefes de Gobierno de Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, quienes estuvieron acompañados en la cumbre por los máximos responsables de la Comisión, del Banco Central Europeo y el Eurogrupo, se comprometieron a apoyar a las entidades bancarias y financieras en peligro, pero remitieron a los Gobiernos de los Veintisiete los mecanismos y modalidades para concretar este apoyo.
No se comprende bien la necesidad de que la presidencia francesa de la UE prescindiera de los procedimientos comunitarios para convocar una reunión de la que, en último extremo, no podían salir grandes acuerdos. Ni las posiciones sobre los planes contra la crisis eran coincidentes entre los participantes ni, por otro lado, los restantes miembros de la Unión hubieran aceptado la constitución de un directorio económico en París.
Tras la improvisación auspiciada por Sarkozy, la esperanza de que la UE cuente con un plan riguroso para afrontar las turbulencias financieras sólo reside en que los ministros de Economía y Finanzas, que se reúnen mañana en Bruselas, preparen adecuadamente unos eventuales acuerdos para el Consejo Europeo del 15 y 16 de octubre. Es en estas citas ajustadas a los procedimientos de toma de decisiones de la UE donde la presidencia francesa tendría que asumir el protagonismo, no en encuentros sin base institucional y que sólo sirven para crear expectativas de antemano condenadas al fracaso.
El problema al que se enfrentan los Veintisiete sigue siendo el mismo que antes de la cita de ayer: la UE necesita de un diagnóstico consensuado sobre la situación para, partiendo de él, fijar las prioridades dirigidas a combatir y atenuar los efectos de la crisis. Ideas como las de "sentar las bases de un capitalismo empresarial y no especulador", según declaró Sarkozy al término de la reunión, constituyen, sin duda, la expresión de unos inmejorables propósitos. Pero por el momento sólo se trata de adoptar medidas para que las dificultades del sistema financiero norteamericano no arrastren al europeo.
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