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Los suizos quieren que la cuna del dadá siga abierta

El Cabaret Voltaire, cuna histórica del movimiento dadaísta, no deberá cerrar sus puertas. Ése es el veredicto surgido de las urnas tras el referéndum que tuvo lugar el pasado domingo en Zúrich. La derecha suiza, liderada por el partido SVP-UDC, había propuesto que se recortasen las ayudas públicas a este centro cultural -unos 300.000 euros anuales, equivalentes al 60% de su presupuesto anual-, sin las cuales se vería abocado al cierre. El intento de poner fin a las actividades del Cabaret Voltaire ha sido impedido por los votantes, que decidieron, por una mayoría del 65,1%, seguir subvencionando al mítico espacio cuatro años más.

Los detractores del local consideran que sus actividades "no respetan ninguna norma estética o institucional". Ponen como ejemplo, entre otras, una reciente exposición de camisetas con caras de miembros de la Fracción del Ejército Rojo alemana.

El Cabaret Voltaire es un centro cultural situado en el corazón del casco antiguo de la capital financiera suiza. En este edificio, Tristán Tzara y Hugo Ball dieron origen en 1916 al dadaísmo, movimiento artístico con vocación anárquica, antecedente directo del surrealismo, que hizo del absurdo una forma de vida. En sus años de gloria vio pasar entre sus muros a artistas como Max Ernst, Kandinski, Paul Klee o Giorgio de Chirico. En 2007 recibió más de 18.000 visitantes.

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