El tipo que se plantó ante el huracán
La trayectoria de Henry Paulson ha marcado su papel, decisivo, en la crisis
En los despachos del Departamento del Tesoro en Washington se amontonan en las últimas semanas informes, dosieres y ordenadores por todos los rincones de la denominada habitación azul, la zona del edificio que alberga las oficinas del secretario Henry Paulson. Sus colaboradores se han instalado literalmente en el número 1.500 de la avenida Pennsylvania para intentar lidiar con la peor crisis financiera de la historia moderna, según han reconocido las propias autoridades estadounidenses. Las crónicas hablan de jornadas maratonianas de 20 horas al día, sin descansos ni fines de semana.
Lo bueno es que se trata de un grupo de viejos conocidos. Cuatro de los máximos colaboradores de Paulson proceden de su antigua casa, Goldman Sachs, donde el actual secretario del Tesoro entró a trabajar en 1974 y de la que fue consejero delegado y presidente desde 1999 hasta su designación como alto cargo de la Administración de Bush, en mayo de 2006.
Sus críticos le acusan de favorecer a Goldman Sachs en algunos planes
Con esa trayectoria es comprensible que Hank, como se le conoce en el mundo financiero, hable de tú a tú a los banqueros de Wall Street. Les ha convocado a reuniones de emergencia en los últimos fines de semana, ha logrado que aporten efectivo para crear un fondo de rescate para entidades en apuros y a ellos ha recurrido también en momentos de máxima dificultad. De hecho, pidió ayuda a Morgan Stanley para diseñar la operación de rescate de Fannie Mae y Freddie Mac.
En ese trabajo, Paulson ha contado con la inestimable ayuda de Timothy Geithner, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, y de Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal. El "grupo de los 3" como les empieza a llamar. Geithner fue el joven del Tesoro que en 1998 [en plena crisis de los mercados asiáticos y rusos] logró forjar un acuerdo con la banca para salvar el fondo de alto riesgo Long Term Capital Management. Es la misma estrategia que Geithner ha intentado impulsar en esta ocasión.
Entonces, como ahora, se abrió un fuerte debate sobre la conveniencia de utilizar el dinero de los contribuyentes para salvar entidades privadas. Como resume una frase ya famosa, "la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas", o lo que el antiguo presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, definió como el riesgo moral (moral hazard, en inglés).
Ésa es una de las principales acusaciones que le hacen sus críticos. Sobre todo porque con su decisión de dejar caer a Lehman Brothers y, sin embargo, rescatar a la aseguradora AIG, "el mercado no sabe a qué carta atenerse, qué criterios se han empleado en cada decisión", dice un analista de un banco de inversión de Londres.
Algunos han ido más allá. The Wall Street Journal, en su editorial del pasado día 11, aseguraba que el plan diseñado para Fannie Mae y Freddie Mac se trataba de un "rescate
para millonarios" en el que resultaban claramente favorecidos "algunos de los más ricos y de las mayores instituciones financieras" del mundo. Lo cierto es que ese plan de rescate conlleva una suspensión del pago de las obligaciones de las entidades hipotecarias con los acreedores salvo para dos tipos de tenedores de bonos. El diario apunta que uno de los principales beneficiarios de esa decisión es precisamente Goldman Sachs, la antigua "casa" de Paulson.
Sin duda, ésa será una de las acusaciones a las que tendrá que responder el secretario del Tesoro ante la Cámara de Representantes el próximo jueves. La Comisión de Servicios Financieros del Congreso ha convocado una serie de comparecencias de altos cargos para investigar la actuación del Gobierno en esta crisis. El mismo jueves también comparecerá Bernanke.
Un debate similar al que, finalmente, parece haberse adueñado de la campaña electoral. En un país reticente a la intervención del Gobierno en la vida privada de sus ciudadanos, cada día crecen las voces a favor de una mayor regulación del sistema financiero.
El candidato demócrata, Barack Obama, insiste en sus discursos en que "es hora de echar una mirada regulatoria" al sistema financiero. "No culpo al senador McCain de esos problemas, pero sí a la filosofía económica que él defiende", decía esta semana Obama en sus mítines.
Lo cierto es que el candidato republicano ha dado un giro total a su discurso. "Nuestra economía está en crisis. Sólo probados reformadores como John McCain y Sarah Palin lo pueden resolver. Endurecer las reglas de Wall Street para proteger los ahorros de toda una vida", decían sus anuncios esta semana.
Sin embargo, ésa no ha sido la postura tradicional de John McCain. "Siempre he defendido una menor regulación", declaró el senador por Arizona en una entrevista el pasado mes de marzo. "Soy fundamentalmente un desregulador". -
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