Tzara sigue 'vivo' y molestando

El edificio, situado en una muy concurrida calle peatonal del casco antiguo de Zúrich, no llama excesivamente la atención del visitante. Pero el 5 de febrero de 1916, nacía en este espacio el movimiento dadaísta de la mano de Tristán Tzara y Hugo Ball. Es el legendario Cabaret Voltaire, que casi un siglo después de su creación continúa generando polémica.

El partido derechista SVP-UDC ha propuesto un referéndum que ponga fin a las subvenciones públicas al histórico espacio lo que conduciría a su cierre. El Gobierno de Zúrich otorga al Cabaret Voltaire más de 200.000 euros anuales. El espacio es uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad, con más de 18.000 visitantes por temporada.

"Obviamente, Dadá sigue vivo y con excelente salud", señala Adrian Notz, codirector de la mítica sala. "Es lo mejor que nos podía pasar para demostrar que el mensaje de Dadá sigue siendo vigente y para promocionar nuestra causa en todo el mundo", añade. El lugar cerró sus puertas en 1920, cuando Tristán Tzara fue a vivir a París. Desde 2004, el Cabaret Voltaire volvió a abrir gracias a una asociación de patrocinadores públicos y privados. Su presupuesto anual total es de unos 500.000 euros. El Cabaret Voltaire es hoy un espacio consagrado a exposiciones y conciertos, dispone de una librería, un bar y una pequeña tienda que vende recuerdos y objetos dadaístas.

Los enemigos del local esgrimen entre sus argumentos una exposición de camisetas con las caras de algunos miembros de la agrupación terrorista Fracción del Ejército Rojo alemana, un curso de "graffitis salvajes", una exposición de cuadros de Marilyn Manson o una humorística subasta de bancos suizos y edificios públicos en Internet.

La derecha considera "contraproducente" seguir subvencionando iniciativas dadá que, por definición, "no respetan ninguna norma estética o institucional".