Menuda enhorabuena
Uno de los pequeños pueblos que en Andalucía rondan los 1.500 habitantes ha inaugurado el nuevo curso político. Había sido un verano tranquilo para los apaños en los ayuntamientos, pero con la vuelta de las vacaciones se está recuperando la anormalidad y con ella las mociones de censura, que no las de cordura. En el ranking de la incongruencia política resulta cada día más difícil escalar un nuevo peldaño, pero a fuerza de intentarlo se logran éxitos indudables. Algunas de estas cosas ocurren en ayuntamientos tan pequeños que casi no tienen importancia, y por lo tanto pasan muy desapercibidas. Además, los dirigentes de los partidos, para escurrir el bulto, siempre tienen una excusa: la de decir que son cosas de los pueblos y que para entenderlas hay que vivir allí.
Tras las pasadas elecciones municipales, en la localidad malagueña de Gaucín, el PSOE y el PP firmaron un pacto de gobierno para impedir que el PA, la fuerza política más votada, renovara la alcaldía y desalojar así del primer sillón a Francisco Corbacho, condenado en sentencia no firme a siete años de inhabilitación por un delito continuado de malversación de caudales público y otro de prevaricación. Para entendernos, Corbacho fue acusado de haberse apropiado de 200.000 euros del consistorio, un dinero del que dispuso mediante cheques al portador firmados por él mismo contra las cuentas del consistorio.
El PP le dio la alcaldía al PSOE merced a un pacto de gobierno y el portavoz popular, que es presidente de esta formación política en Gaucín, Francisco Ruiz, sentenció: "Corbacho no merece estar en la alcaldía porque está imputado y yo no pacto con imputados". Además dijo que este inusual acuerdo entre el PP y el PSOE era "tan normal y necesario" que hasta desde la dirección de su partido le habían llamado para felicitarlo.
El pasado jueves, sin embargo, Ruiz, se hizo con la alcaldía de Gaucín. El nuevo alcalde del PP logró el bastón de mando tras prosperar la moción de censura que presentó contra su anterior socio y para conseguirlo contó con los votos de los cuatro ediles del Partido Andalucista, entre ellos el de Corbacho, ése con el que nunca iba a pactar porque estaba imputado y que ahora no sólo está imputado si no que ha sido ya condenado y sólo está pendiente de que la sentencia sea firme. Ruiz se ha hecho con la alcaldía con el apoyo de su propia persona y la de los cuatro ediles del PA. El otro concejal que el PP tenía en Gaucín ni siquiera votó a su favor. El edil presentó su dimisión nada más conocer las intenciones de su compañero de filas.
El nuevo alcalde de Gaucín, que fue el candidato que menos votos obtuvo en las pasadas elecciones municipales, ha vuelto a demostrar ahora la importancia que para él tiene el respaldo de la ejecutiva de su partido y nada más ser investido declaró: "Me han telefoneado desde la dirección para darme la enhorabuena". Si son ciertas sus palabras, en la dirección del PP de Málaga debe haber un dirigente cuya única actividad debe ser la de coger un teléfono y dar enhorabuenas. Lo mismo felicita cuando los concejales pactan para impedir que un alcalde imputado revalide el cargo que cuando es su concejal el que se hace con el cargo con el apoyo de un ex alcalde condenado.
Yo, sin embargo, encuentro matices en la actitud del PP. Cuando al inicio de la legislatura pusieron a un alcalde del PSOE, la dirección del PP le felicitó. Ahora que ha cogido la alcaldía le ha dado la enhorabuena. Hay más aprecio en la enhorabuena que en la felicitación. La felicitación es un muestra de satisfacción por un suceso favorable para la persona a quien se felicita. La enhorabuena es en buena hora para todos. Para Ruiz y para su partido, que ahora tiene una alcaldía más que antes. Gaucín acaba de inaugurar el curso político. Y esto no ha hecho más que empezar.
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