Bajadas de impuestos frente a más deuda contra la crisis
El PP, y especialmente su líder, Mariano Rajoy, insiste una y otra vez en que el debate ideológico ya no interesa a nadie. Pero lo cierto es que en cada sesión larga y económica como la de ayer, la clásica división izquierda-derecha, especialmente en cuanto a las recetas a aplicar contra la crisis, queda muy en evidencia. Y no entre los dos grandes partidos -Rajoy y Zapatero apenas dedicaron unos segundos al choque ideológico sobre la necesidad de recortar el gasto drásticamente, como pide el PP, o ligeramente, como propone el PSOE- sino entre los pequeños.
Zapatero escuchó pacientemente -fue casi el único, con el popular Manuel Pizarro, que siguió todo el debate- cómo algunos situados a la derecha del PSOE, especialmente Josep Antoni Duran, de CiU, le reclamaban insistentemente la bajada de impuestos para las empresas, una medida liberal, mientras otros a la izquierda como Joan Herrera, de IU-ICV, le pedían lo contrario: que aumente el gasto público con medidas anticíclicas para luchar contra la crisis y, si es necesario, se endeude un poco. Herrera recordó que España tiene un nivel de deuda muy bajo -36% frente al 65% de media en los otros cuatro grandes de Europa- y por tanto el Ejecutivo "tiene margen" para desarrollar políticas anticíclicas, de inversión pública. Herrera fue, con Duran, que presentó una batería de iniciativas, el único que entró a fondo en la pregunta clave: ¿qué hacer ante la crisis?
Zapatero recibió críticas por todas partes, que dejaron en evidencia su soledad parlamentaria. Hasta el punto que uno de sus pocos socios fieles, el BNG, clave, con el PNV, para sacar los Presupuestos, se enfadó porque no le había citado en la réplica, y su portavoz, Francisco Jorquera, le amenazó: "Nos vamos a sentir enormemente cómodos haciendo un contundente trabajo de oposición en esta Cámara".
Zapatero, lejos de entrar a los debates ideológicos, prefiere acorralar dialécticamente a sus ex socios apelando a su alma socialdemócrata, y se queja amargamente de las críticas. "ERC, ICV y PNV, cuando defienden sus políticas hablan de cohesión social, cuando evalúan las que hace el Gobierno, como subir las pensiones, la ayuda por nacimiento, la Ley de la Dependencia, son cheques. No, hombre, no. Todo son políticas sociales. Y además, les digo a los grupos a la izquierda o socialdemócratas, que las hemos hecho juntos, las hemos aprobado juntos".
Con ningún portavoz alcanzó, sin embargo, la agresividad que mostró con Rosa Díez: "Parece que algunos se suben a esta tribuna por amor al arte", le espetó para reprocharle su frase "el Gobierno piensa más en los votos que en los puestos de trabajo". Y el Grupo Socialista aplaudió. "Si le decimos nosotros eso a De la Vega o Chacón nos machacan por machistas, y con razón", se quejaba un diputado del PP.
Zapatero tuvo, como en todos los debates, una versión catalana, que dejó claro que ningún grupo de esa comunidad le apoya. Discutió mucho del Estatut con CiU y ERC, y prometió mejorar la financiación. Pero cuando Duran criticaba el actual modelo, él le espetó: "Si la situación es tan mala para las finanzas públicas de Cataluña no es por arte de birlibirloque, será por el modelo de financiación que hicieron ustedes y el PP". Duran se defendió: "Con ese modelo se doblaron los ingresos de la Generalitat". Zapatero dejó ese guante, y otros muchos. "Habrá tiempo de discutir", decía. Toda una legislatura.
Churchill y Menem
Es difícil que en un debate parlamentario de seis horas no aparezca la sombra de Winston Churchill, el orador moderno por excelencia. Su legado es tan extenso que siempre hay una frase útil para el momento. Ayer la encontró Josu Erkoreka, gran aficionado al debate clásico, con citas griegas, latinas y modernas.
"Como bien decía Churchill", sentenció Erkoreka, "los problemas económicos, contrariamente a lo que ocurre con los políticos, no pueden ser resueltos con una declaración. No bastan unos mensajes tranquilizadores enviados a las cámaras de televisión, con una voz profunda, con una mirada franca y con ojos azules para evitar que la cesta de la compra, la vuelta al colegio o la hipoteca mensual estrangulen las finanzas domésticas".
Joan Herrera se fue más cerca, a la historia reciente de Argentina. "Hoy, con muchos meses de retraso, se ha producido lo que esperábamos: ha superado el síndrome de aquel primer ministro británico que, bajo el lema Crisis? What crisis? fue desalojado de Downing Street. Es una buena noticia. El problema es que ha pasado a otro, el del presidente argentino Menem, que en los noventa decía: 'Estamos mal, pero vamos bien".
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