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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

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Rusia se compromete a retirar sus tropas de Georgia y acepta el envío de observadores de la UE

El viaje relámpago de Sarkozy a Moscú ayer para tratar de desbloquear la crisis de Georgia parece haber dado más frutos de lo que se preveía. Habrá que esperar, sin embargo, que el Gobierno ruso traduzca en realidades las promesas que el presidente en ejercicio de la Unión Europea arrancó del jefe del Estado ruso, Medvédev, en su residencia estival. Rusia se ha comprometido a retirar todas sus fuerzas de las zonas adyacentes a Osetia del Sur y Abjazia en el plazo de un mes, abandonar igualmente el puerto georgiano de Poti en una semana y, finalmente, aceptar el envío de observadores civiles europeos a las dos regiones secesionistas.

Es muy pronto para concluir que se ha llegado al final militar de la crisis georgiana, abierta hace ahora un mes, y al inicio del diálogo de paz sobre la seguridad de surosetios y abjazios. De entrada, porque el acuerdo de seis puntos que Sarkozy suscribió el 12 de agosto con Medvédev y el primer ministro Putin está lleno de ambigüedades en lo que respecta a la integridad territorial de esas dos regiones. El presidente ruso ha vuelto a reiterar tras su encuentro con Sarkozy que el reconocimiento ruso a la independencia de Osetia y Abjazia es irreversible. Quiere decir eso que las discusiones internacionales, que comenzarán el próximo 15 de octubre según lo acordado ayer, se limitarán a la seguridad y la estabilidad de la región en conflicto y sobre el futuro de los refugiados y desplazados antes que sobre el estatus de esos territorios. En eso parece que Rusia está resuelta a presentar un trágala a los europeos. Y éstos, a su vez, dispuestos a aceptar el hecho en contra de la postura más firme de Estados Unidos.

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Rusia retirará sus tropas de Georgia en el plazo de un mes

Sin embargo, no es desdeñable que Sarkozy, al que acompañó en su viaje el presidente de la Comisión Europea, Barroso, y el Alto Representante, Solana, haya persuadido a su anfitrión para aceptar la presencia de observadores civiles europeos en las áreas tampón que separan Georgia de Osetia del Sur y Abjazia. El Gobierno ruso se negaba hasta ayer a esa idea y consideraba que los europeos deberían integrarse dentro de la misión de Naciones Unidas y la OSCE.

Tanto la UE como Rusia son conscientes de sus propias limitaciones e intereses. La primera no puede olvidar su dependencia en un 30% del petróleo y el gas ruso y la segunda, a su vez, de la fuerte ligazón de sus exportaciones a Europa. Pragmatismo al máximo, pero con inciertas consecuencias.

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