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Reportaje:Los nacionalistas en el País Vasco francés

El despegue de los 'abertzales del Norte'

El distanciamiento de la violencia hace avanzar al nacionalismo al otro lado de la muga

El abertzalismo en el País Vasco francés, durante décadas esterilizado políticamente por su supeditación a ETA y las guerras internas de siglas y tendencias, ha conseguido articular ahora una frágil coalición electoral que, sin embargo, acaba de dar sus primeros frutos en los últimos comicios galos. Ha costado años cuajar esta opción sobre unas mínimas bases reivindicativas, que van, como en el PNV, desde posturas soberanistas a otras más pragmáticas, cual la petición de un Departamento Vasco compuesto por las tres provincias de Zuberoa, Baja-Navarra, y Lapurdi.

ETA no creó Enbata, aunque se sirvió de este movimiento abertzale, posteriormente ilegalizado. Pero ETA sí creó Batasuna, y sigue sirviéndose de ella en el País Vasco francés, donde es legal. Hoy, sin embargo, la fuerza mayoritaria del abertzalismo vasco francés, representada por la coalición Abertzaleen Batasuna (AB), intenta quitarse ese lastre, e incluso, como afirma uno de sus líderes, "separarse de esa lucha violenta que ya no es sostenible ni tiene sentido". El esfuerzo de estos años ha logrado un sustancial avance y una nueva percepción en la opinión pública vascofrancesa que se aleja de la imagen que durante décadas identificó al nacionalismo vasco con "los violentos del sur" o con actividades folclóricas y culturales. Ahora es una opción electoral creíble, y sus resultados en las últimas elecciones de marzo han logrado, por primera vez, franquear la barrera del 15% de votantes, obteniendo doscientos concejales y cerca de veinte alcaldes en una pequeña región de 260.000 habitantes.

AB es ahora una opción creíble, con el 15% de los votos y doscientos concejales
Iñaki Hernandorena: "La gente se ha dado cuenta de que la lucha armada es ineficaz"
"A veces fuimos cómplices y otras nos utilizaron", dice J. Abeberry de ETA
"La cuestión es cómo cambiar nuestro país a partir de la lucha política clásica"
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La duda de qué hacer con Batasuna

Es el triunfo del pragmatismo político ejercido desde hace casi una década, que ha provocado un cambio fundamental en la movida abertzale del país vecino. "La situación de este movimiento en estos últimos años", comenta Jakes Abeberry, uno de sus dirigentes, "se va configurando en tres tendencias: la primera, radical, muy minoritaria, encabezada por Batasuna; la segunda, moderada, que pacta en algunos casos con la derecha francesa, en torno al PNB [PNV] y EA, que no pasa del 3%, y la tercera, la más importante, EB, que considera a Iparralde como marco político prioritario de su acción política, con la participación en las instituciones".

Este viraje posibilista, que permite en parte desligarse de la radicalización de sus hermanos del sur y que centra sus aspiraciones en la lucha por el euskera y en el reconocimiento del departamento vasco, no borra sin embargo el fantasma de la violencia, que aún perdura en sus bases. Y sigue todavía la ambigüedad de algunos de sus dirigentes, que no logran condenar frontalmente los actos violentos, como ocurrió en la última asamblea de AB en mayo, donde no se logró romper con Batasuna, a pesar de las críticas de más del 80% de los representantes.

Además, detrás de este complicado panorama vuelve a surgir el fantasma de otra organización armada, Irrintzi, que ha reivindicado los atentados de los últimos meses contra el Hotel Arguia, la residencia del Golf de Chiberta, la comisaría de policía de Boucau o el albergue del famoso cocinero Alain Ducasse; y más recientemente, el pasado 8 de agosto, los tres artefactos contra intereses turísticos en Arcangues y Anglet, que obligaron a desalojar de madrugada a unos 1.200 veraneantes de dos complejos vacacionales. ¿Quién está detrás?, vuelven a preguntarse muchos vasco-franceses, que recuerdan con temor los pasados años violentos.

"Evidentemente ETA no creó Enbata, pero sí se sirvió de ella". A sus 70 años, Jakes Abeberry, no ha perdido su entusiamo y, en una sidrería de Hendaya, junto a otros dos de los dirigentes de AB, Richard Irazusta y Jean Battiste Etcheberry, afirma con contundencia: "Fuimos a veces cómplices directos, y en muchos otras ocasiones nos utilizaron. Llevábamos las maletas. ETA encontró en nosotros una base de refugio, una retaguardia. Eran otros tiempos, y esa época se centraba sobre todo en la lucha antifranquista. El dictador no había muerto. ¿Quien podía oponerse al hecho de querer derrocar una dictadura, aunque con métodos no aceptables? Ahora bien, jamás hubo violencia de ETA en Francia, y el reciente atentado de Capbreton, en el que murieron dos guardias civiles, es un hecho totalmente nuevo".

-¿Cuándo se produce una clara denuncia del movimiento abertzale vasco-francés contra ETA? ¿Cuándo se desmarcan ustedes?

Al fundador de Enbata no le gusta la pregunta, pero contesta con vehemencia: "Sí, fuimos cómplices en muchas cosas. Pero todo eso se ha esfumado, y hoy nos encontramos en una fase en la que la violencia ya no se plantea. Estamos en un mundo que ha cambiado, los irlandeses han parado... La lucha violenta para los abertzales de aquí ya no es sostenible, no tiene sentido. Nuestro problema ahora es cómo cambiar nuestro país a partir de la lucha política clásica, y eso la gente lo ha entendido. Muchos han sufrido esa violencia, y ha sido doloroso, pero ha habido una reflexión y, paralelamente, el movimiento abertzale se ha organizado para conquistar conciencias, para participar en las instituciones. Estamos en un marco totalmente diferente al de Euskadi sur. No se trata de liberar Iparralde, se trata de atraer a la gente a nuestros valores abertzales democráticos".

Los tres dirigentes de AB no se definen nacionalistas vascos, sino sólo abertzales, porque "no somos hijos de Sabino Arana". Además, apuntan que el término "nacionalista" en Francia tiene connotaciones peyorativas, "colonialistas" o de extrema derecha. De derecha, moderados o de izquierda, ellos sólo son "abertzales", una denominación que ha agrupado durante muchos años a una auténtica sopa de siglas de organizaciones que surgen y desaparecen y confunden a la ciudadanía. Además, "la presencia de ETA y de sus refugiados, aunque incentiva la consolidación nacionalista, imposibilita durante mucho tiempo la puesta en marcha de una estrategia autónoma local", según afirma en su trabajo El viaje de la entidad y el nacionalismo vasco en Iparralde el profesor de la Universidad del País vasco Igor Ahedo Gurrutxaga.

La década de los ochenta propició aún más confusión en el mundo abertzale. Como champiñones surgen y desaparecen otros grupúsculos -algunos violentos como Matalaz, Indar, Zilatu, Hexa, Zutik-, cuyos militantes, a juicio de ciertos activistas de la organización terrorista Iparretarrak, y según el profesor Ahedo, van a ser "manipulados por sectores cercanos a ETA, tratando de minusvalorar el peso de Iparretarrak en el nacionalismo de Iparralde". Y la situación se vio todavía más enturbiada por la presencia y acción de los grupos parapoliciales españoles, entre ellos los GAL. La guerra sucia contra ETA acaba en 1987 con 55 muertos, la mayoría de ellos en suelo francés.

La violencia provocará un serio frenazo en la actividad abertzale de Iparralde, donde muchos dejan la militancia política, refugiándose en actividades de tipo cultural, y otros intentan recomponer una estrategia política con un enfoque a más realista, como la vía autonomista. Todo ello se produce con más de un desgarro, como el que resiente Iñaki Hernandorena, dentista y veterano abertzale: "La ruptura en el País Vasco francés se produce entre los que ayudan y los que ya no quieren ayudar al mundo violento y su entorno. A raíz del atentado de Hipercor y de la muerte de los dos gendarmes en Baigorri [1987], muchos dimos el paso atrás. Yo rompí definitivamente con ellos y entonces dije no a gente que incluso había escondido meses atrás durante más de un año. Gente que acogió a militantes de ETA ya no estaba dispuesta a hacerlo. Durante muchos años se consideró la lucha armada como "inevitable", pero en el País Vasco francés se han dado cuenta ¡por fin! de que todo ello es políticamente inútil e ineficaz, y que no sirve nuestros intereses".

En la década de los noventa, la apuesta pragmática y posibilista provoca un cambio fundamental en el movimiento, y la dinámica unitaria desembocará en la creación de Abertzaleen Batasuna (AB), que pronto se distanciará de la propuesta de máximos de la izquierda abertzale del sur, apostando por un departamento vasco y distanciándose de la estrategia más radical de Iparretarrak.

Esta política unitaria emprendida hace años por AB, comienza a dar sus frutos, según nuestros tres interlocutores, como se comprobó en las últimas elecciones locales del pasado 9 de marzo. "Sin caer en triunfalismos, digamos que AB representa lo esencial del abertzalismo en Iparralde, al lograr un buen resultado con un 15,65% de los votos", comenta satisfecho Richard Irazusta, mientras otro de los comensales recuerda que el PNB, la sucursal del PNV creada en 1990, no lograba superar el 3%.

En lo alto de una pequeña colina que domina el pueblo y el puerto, frente a la bahía de San Juan de Luz, se erige la coqueta parroquia de Sokoa. Casi adosada a ella, una casita rural en donde nos recibe el sacerdote Mikel Epalza, un fortachón y dicharachero personaje más confundible con un arrantzale o baserritarra de la zona que con el cura de pueblo. Hijo de un histórico dirigente del PNV exiliado, Mikel Epalza asegura que el abertzalismo ya ha implantado sus raíces en el País Vasco francés abordando los problemas locales como la vivienda, la agricultura, la lengua o el medio ambiente. "De las pasadas elecciones podemos extraer unas importantes conclusiones, como que más del 80% de la población ya no identifica nacionalismo con terrorismo. Ahora se conoce a la gente y a los que trabajan en las instituciones. En Iparralde la democracia y el pluralismo se viven de otra forma, mucho más en convivencia, y se pueden dar alianzas que en otro lado serían antinaturales. Aquí no existe el conflicto, y en nombre de él nadie atenta contra la vida de nadie".

Los dirigentes de Abertzaleen Batasuna, Jakes Abeberry (izquierda) y Richard Irazusta, en el centro de Hendaya.
Los dirigentes de Abertzaleen Batasuna, Jakes Abeberry (izquierda) y Richard Irazusta, en el centro de Hendaya.JESÚS URIARTE

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