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Columna
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Cuaderno de verano

Antón Costas

Nos fuimos de vacaciones con algunos problemas y muchos temores acerca de la evolución de la crisis económica. Volvemos con algunos más, añadidos durante este agosto. Alguno me produce la impresión de que tendrá un efecto profundo y duradero, tanto en la economía como en la política internacional.

En mi cuaderno he tomado nota de los que más me interesaron. Son notas a modo de los bocetos y apuntes que hacen los pintores en sus cuadernos de viaje y que después transformarán en obra más elaborada. Aquí van algunas de las notas de mi cuaderno de verano, por si son de su interés.

- El mundo ha cambiado este agosto. El oso ruso ha salido de su hibernación. La intervención militar de Rusia fuera de sus fronteras por primera vez desde el fin de la Guerra Fría, respondiendo y tomando como excusa la irresponsable acción militar del presidente de Georgia en la región autónoma de Osetia del Sur, creo que es el hecho más trascendente ocurrido en los últimos años. Las consecuencias no van a ser sólo políticas. El conocido economista norteamericano Paul Krugman apuntaba en su columna del 18 de agosto en el New York Times que muy probablemente esa intervención de Rusia puede hacer que la segunda globalización económica que estamos viviendo acabe como la primera, que tuvo su final abrupto en la Primera Guerra Mundial.

Cataluña es utilizada por el Gobierno central como arma política de distracción masiva

En cualquier caso, a lo que sí pone fin esa intervención es a la Pax americana y al unilateralismo con que EE UU ha actuado en los últimos años. La vuelta de Rusia a la política internacional cambia las reglas de poder. La Rusia de Putin, apoyándose en sus reservas de gas y petróleo, quiere establecer un nuevo orden mundial y, aunque reticente, a China también le interesa reescribir esas reglas. Las consecuencias, las iremos viendo.

- La estafa universal y la legitimidad del capitalismo. Mientras tanto, las hipotecas subprime norteamericanas han seguido contaminando el sistema financiero internacional. Los bancos y los inversores de todo el mundo no saben si los activos financieros que han comprado son pura basura o valen algo. Por eso, nadie se fía de nadie. Y por eso, padecemos la sequía de crédito, que será más duradera de lo que se pensaba.

Estamos ante una estafa que pasará a los manuales de historia económica como el mayor fraude financiero mundial, la más poderosa arma de destrucción masiva de la economía internacional, sin que se sepa exactamente quién puede ser el beneficiario. Su impacto en la legitimidad del capitalismo, así como en la confianza en los mecanismos de control de la economía de mercado, será profundo y duradero. Vienen tiempos de inevitable intervencionismo financiero. Y no siempre será para bien.

- ¿Depresión posolímpica China? La cita olímpica ha sido el acto de afirmación, de autoestima y de la voluntad de China de ser reconocida y de ejercer como nueva potencia mundial. En este sentido, el mundo también ha cambiado este agosto.

Sin embargo, es posible que los próximos meses asistamos a un cierto desfallecimiento económico chino. Como si fuese algo mágico, les suele ocurrir a todos los países que organizan unos Juegos Olímpicos. Algo así como la depresión posparto que suelen experimentar algunas madres. Los esfuerzos que las autoridades chinas han hecho hasta ahora por controlar la inflación, impidiendo que los aumentos del precio del petróleo impactasen en los precios interiores, tendrán que aflojarse. Eso significará probablemente un aumento de los tipos de interés y, por tanto, una cierta caída de la inversión y el consumo chino. Aunque sea momentánea, no dejaría de tener efectos en una economía internacional ya muy debilitada.

- La promesa americana de Obama. A pesar de su debilidad, EE UU continúa manteniendo liderazgo, y sus políticas se imitan en otros países. Ocurrió así con las políticas conservadoras de Reagan y Bush, o con las más progresistas de Clinton. No creo que la política exterior sea muy diferente según cuál sea, finalmente, el presidente. Pero sí parece probable que un triunfo de Obama introduciría cambios en las políticas energéticas y, especialmente, en las sociales. La política de desigualdad salarial y social que ha dominado hasta ahora puede encontrar con Obama una corrección importante, tanto en la vertiente de impuestos como en la de gastos. Si es así, tendría reflejo en las políticas de nuestros países.

- Crisis económica y liderazgo político. La economía es política, especialmente en tiempos de mudanzas. Por eso, hasta el periodo de entreguerras del siglo pasado los manuales de economía se llamaban Economía política en vez de Teoría económica. Hoy la economía vuelve a necesitar el liderazgo de la política.

Y liderazgo político es algo de lo que no andamos sobrados los españoles. Después de meses negando la crisis, ahora el tic gubernamental parece ser atribuir toda la responsabilidad a "factores externos": el petróleo y la crisis financiera internacional. Mal vamos, porque el riesgo de creer que no somos responsables de las causas es que no hagamos nada.

- Los catalanes como arma política de distracción masiva. Por ultimo, en el corral nacional, las cosas no parecen haber cambiado mucho. Cataluña sigue siendo utilizada por el Gobierno central, y por otros gobiernos autonómicos, como arma política de distracción masiva. Y así nos luce.

Tiempo habrá para dedicar más atención a cada una de estas cuestiones. Pero la impresión que me dan es que el orden político y económico mundial está cambiando de forma intensa bajo nuestros pies. En vez del fin de la Historia que predijo el politólogo norteamericano Francis Fujiyama después del final de la Guerra Fría y la desmembración del imperio soviético, mi impresión es que estamos ante el retorno de la Historia. Con todas sus consecuencias. Las iremos viendo.

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