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Reportaje:

Biólogos gallegos contra Moby Dick

Estudian las relaciones de amor y de odio entre cetáceos y marineros

La intrigante relación entre el mar y los marineros ha inspirado algunas de las historias más bellas de la literatura universal. El viejo y el mar (Hemingway) o Moby Dick (Herman Melville) son algunos ejemplos, pero ese misterio todavía sigue sin ser resuelto. Desde la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) dicen que los pescadores "tienen mucha información sobre los cetáceos, con los que mantienen una intensa relación de amor y odio".

En unos días ejecutarán el convenio Divulgando a pé de mar, suscrito por tres años con la Consellería de Pesca y que aportará 135.000 euros, con el que recabarán datos sobre las 20 especies de cetáceos que habitan la plataforma costera gallega. Preocupa la alta mortandad debido a que redes, cabos o aparejos se convierten en trampa fatal que corta aletas y marca a sangre a los animales. El enmalle, el arrastre o el cerco son las más dañinas. El marinero tiene dos opciones: o corta el paño -con el sobrecoste que conlleva- o el cetáceo. El biólogo José Martínez habla de capturas accidentales, "como si te cruzas en la carretera con un jabalí".

"Como entre el ganadero y el lobo, una parte de esa interacción es negativa porque hay competencia, los dos van a por el mismo recurso". Por un lado, "ellos nos dicen que son malos porque espantan los peces, los comen y destrozan las redes", pero, por otro, "les gusta verlos, les hacen compañía y hay técnicas de pesca, de cuando no había tecnología, que se basaban en la presencia de depredadores, aves marinas y delfines". De hecho, las atadoras del cerco (aquellas que se dedican a reparar las redes) como Nera Trigo, de Cambados, conocen muy bien el daño que estos animales causan en los aparejos. Su huella "se distingue perfectamente de un enganche en una roca o cualquier otro tipo de rotura".

El proyecto contempla también otro aspecto "más pionero", dicen, en lo que pretende ser un intercambio de información. "Vamos a intentar impartir algo de educación ambiental, divulgando los cetáceos que hay (delfines, marsopas, calderones, cachalotes o rorcuales, entre otros) para que aprendan a identificarlos, hablaremos de las buenas prácticas relacionadas con los residuos, a fin de conocer el impacto de la contaminación marina", señala José Martínez. Y es que estas especies son indicadoras de la salud del ecosistema marino.

Aunque tres años es poco, el objetivo es recoger información para las bases de un segundo proyecto y reducir las capturas accidentales. "No sabemos por qué mueren, si van a comer a las redes o se topan con ellas, es imprescindible la colaboración de los marineros para saber cuándo, cómo y por qué". De todos los cetáceos que varan (unos 280 cada año), el delfín común es el que más muere por las redes, en un 45% de los casos. También es el más abundante, cerca de 10.000 ejemplares en Galicia. Las marsopas, sin embargo, rondan sólo los 300 y son segundos en esa lista negra. "Desaparecen a pasos agigantados", alerta Martínez.

La otra parte del programa consiste en obtener información -realizarán unas 400 entrevistas a profesionales de 20 puertos de Galicia- sobre los procesos de capturas, y material etnográfico: "Los nombres con los que en cada zona se identifica a las especies". Se incluye la interrelación de los grandes cetáceos y los pescadores de bonito. Este verano es el segundo que técnicos como Martínez asisten a la costera como observadores y asegura que "es impresionante" presenciar el acercamiento de ballenas y cachalotes a 100 metros. En una de las travesías escuchó a un patrón que exclamaba por radio: "¡Qué pena! Un mascato (alcatraz) quedó atrapado en una red". El biólogo cuenta que lo escucharon todos los barcos que andaban por allí y "eso está diciendo mucho". No todos los capitanes son, pues, el capitán Ahab.

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