El imperio de Lucas contraataca
Este diálogo, que forma parte de La guerra de las galaxias, es el germen de un nuevo imperio. Un minuto de conversación entre los protagonistas de una película estrenada hace más de 30 años, el episodio IV de una de las sagas más populares de la historia del cine y que cambió todo un universo, el que creó George Lucas en 1977 con la primera entrega de una ópera espacial a la que seguirían otros cinco largometrajes: El imperio contraataca (1980), El retorno del Jedi (1983), La amenaza fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005). Juegos, libros, muñecos y todo tipo de parafernalia de marketing hicieron el resto y convirtieron a este realizador y productor en la cabeza visible de un imperio multimillonario -la saga ha recaudado más de 4.300 millones de dólares en todo el mundo-. El sexto filme (el episodio III de una historia contada sin orden numérico) iba a ser el último de la saga. Pero en las lejanas galaxias en las que transcurren las aventuras de Luke Skywalker, Obi-Wan Kenobi, Darth Vader o el maestro Jedi Yoda la palabra "última" no debe existir. De ahí el estreno ahora de Star wars: the clone wars, el largometraje de los estudios Lucasfilm Animation que hace de aquellas guerras clónicas el eje de la película que David Filoni, el director, describe como "el episodio dos y medio".
"Cuando estaba preparando los tres primeros episodios de La guerra de las galaxias sabía que de la forma en la que había estructurado la historia no iba a tocar el tema de las guerras clónicas", comenta Lucas, el creador de este universo galáctico. "Dejé a Anakin Skywalker y a Obi-Wan incómodos al final del segundo episodio y en el tercero regresaron como amigos tras participar en las guerras clónicas. Me apetecía contar esos dos o tres años de historia, pero sin que formaran parte de la saga cinematográfica, porque el escenario de las películas es contar cómo una democracia se convierte en una dictadura, cómo una persona buena se pasa al otro lado de la fuerza, temas más profundos que estas batallas".
Al cabo de tres décadas de éxito, ese dios de Hollywood que es George Lucas creó un nuevo estudio. El mismo hombre que fundó la casa pionera de efectos especiales Industrial, Light & Magic (ILM), que dio su nombre a la productora cinematográfica Lucasfilm y a su compañía dedicada al desarrollo de videojuegos, Lucasarts, además de ser propietario del Skywalker Ranch, uno de los mejores estudios de posproducción de la industria del cine, que dio al mundo el envolvente sonido THX, ahora tiene también un estudio de animación, Lucasfilm Animation, una compañía creada con la única finalidad de hacer de Star wars: the clone wars un largometraje de animación por ordenador. El estudio de Lucasfilm Animation está situado en el Skywalker Ranch, dentro del rancho Big Rock, llamado así por un gran peñasco que recibe a los que pasan por este páramo perdido en las montañas del condado de Marín, en California. Lucas posee además un estudio en Singapur y se ha asociado con otro en Taiwan.
El propietario de este gran imperio es un hombre más bien bajito, casi sin cuello, de aspecto campechano y barba blanca que a sus 64 años continúa vistiendo los mismos vaqueros, idénticas camisas a cuadros y las mismas zapatillas deportivas de su juventud, cuando soñó con otros mundos y nadie creía en él en Hollywood. Pero de eso también hace tres décadas. "Cuando hice La guerra de las galaxias no era más que una película de la que acabé escribiendo un guión de más de 200 páginas que sabía que no podía rodar porque sólo contaba con un presupuesto de tres millones de dólares. Por eso me olvidé del resto de esta saga y me concentré en un solo filme. Mi primera película, THX, había fracasado. Con La guerra de las galaxias hubo más de un ejecutivo que me aseguró que no entendía qué quería hacer. De ahí que cuando la película triunfó, yo fui el primer sorprendido", dice Lucas, uno de los productores independientes más reputados, con una fortuna estimada en 3.600 millones de dólares. Un éxito que se aprecia a simple vista en las instalaciones de su empresa, radicadas en un antiguo cuartel militar, dentro de lo que es un gran parque y pulmón de San Francisco (California).
Como asegura Filoni, Lucas no necesitaría esta abundancia de espacio en una industria más que acostumbrada a recortar gastos. "Y sin embargo le encanta construir maravillosos lugares de trabajo, rodeados de mar o montañas. Con la naturaleza como fuente de inspiración", y añade en tono mesiánico: "Le respeto como el creador del universo de La guerra de las galaxias, me siento afortunado de poder formar parte de él".
Los demás compañeros de trabajo hablan en términos parecidos. "Fue todo un placer compartir con Lucas el mismo deseo de devolver la magia de La guerra de las galaxias de nuevo a la pantalla", dice el colombiano Sergio Páez, artista de story boards. Nic Anastassio, francés, uno de los montadores, también se siente "elegido". En Lucasfilm Animation trabajan más de 100 personas en el departamento de animación y otras 1.500 en las otras tres empresas del grupo. El espíritu es tal, que alguno describe este grupo de estudios como "el patio de recreo de un multimillonario".
Abundancia de maderas, detalles de art nouveau y de la cultura japonesa, pero lo primero con lo que el visitante se tropieza al entrar en los estudios son las réplicas a tamaño natural de Darth Vader o de Boba Fett. Lucas se ríe ante los comentarios. "No sé si es un lugar de recreo, pero sí sé que La guerra de las galaxias es mi diversión. Y el rancho, los estudios, son mi hobby. Me divierto haciendo las películas que quiero, coleccionando los pósters que quiero y construyendo los edificios que quiero. Todo eso soy yo", resume.
Queda claro que Star wars: the clone wars surge porque él quiere y porque puede. Además, como recuerda Filoni, no están solos. "Es difícil de creer que 30 años más tarde este título genera la misma emoción que sentí yo a los cuatro años". Lucas podría ser hoy el dueño de Pixar si no hubiera vendido esta compañía hace 20 años, cuando no era más que un incipiente estudio, por cinco millones de dólares a Steve Jobs, su actual presidente, hoy al frente de Apple. "Lucas ama la animación. Pensó en ser dibujante y lo habría sido de no haberse distraído haciendo estas seis películas", bromea Filoni.
Las últimas entregas de La guerra de las galaxias dejaron mucho que desear tanto entre la crítica como entre su público. Star wars: the clone wars no nació como un largometraje, sino como una serie de televisión, con episodios de cinco minutos que pasaron a ser de 25. Según Lucas, fue su calidad la que le convenció para hacer una película con la que presentar la serie y los nuevos personajes como el de Ahsoka, la primera mujer aprendiz de Jedi. "En la actualidad, la televisión me parece un medio más interesante. El cine lleva demasiado tiempo y muchos recursos para contar una historia mucho más concreta", comenta.
Lucas experimenta en televisión con otras influencias, desde el estilo manga japonés hasta el de las marionetas británicas de la serie Guardianes del espacio, de Gerry Anderson. "Todo el desarrollo de la historia, de los episodios, la previsualización y la dirección de arte se hacen en el estudio de Big Rock. Luego se mandan episodios completos a Singapur o Taiwan que vuelven a las instalaciones de Skywalker para la posproducción y el montaje", detalla Filoni. Según la productora Catherine Winder, la idea de crear este estudio internacional no fue sólo económica, sino "reunir un talento internacional difícil de traer a Estados Unidos".
En todo el proceso, la participación de Lucas ha sido intensa. "Partimos de cero y, aunque tengo mucha gente que trabaja para mí, invertí dos años para ponerles al día en este universo. Pero al final, mi título es el de productor ejecutivo, así que fueron ellos los que hicieron el trabajo diario", asegura. Winder indica que otra de las innovaciones de Lucas es que ha producido el filme como si se tratara de una película convencional. "George trabajó alejándose de los métodos tradicionales de animación, añadiendo una iluminación muy marcada y más cercana a la imagen real. Creó el filme en la sala de montaje más que en los storyboard como se hace habitualmente. Les ha enseñado a montar con el cine tradicional en la cabeza".
En un momento en el que la animación por ordenador tiende al hiperrealismo, Lucas reconoce que él prefirió estilizar a sus protagonistas "porque si quisiera que fueran reales, utilizaría actores de verdad". Y otra de sus decisiones excepcionales fue el producir de su propio bolsillo no sólo el filme, sino también los 22 primeros episodios de la primera temporada de Star wars: the clone wars sin esperar a contar con un distribuidor o con un canal de televisión. Decisión arriesgada, teniendo en cuenta que cada uno de los capítulos cuesta entre 750.000 y 1.500.000 dólares (precio medio en series de éxito como Los Simpsons o Padre de familia, aunque lo normal suelen ser 375.000 dólares).
Los estudios Fox, distribuidores hasta ahora de todas las entregas de la saga, pasaron de ella en esta ocasión y Warner sólo se interesó cuando, además de la serie, Lucas les ofreció también un largometraje. ¿Puede existir un final del imperio galáctico? "Me es muy difícil de imaginar, porque George Lucas tiene tantas historias y su universo es tan rico y con tal profundidad de contenidos, que lo considero increíble", afirma Winder, apuntando ya a esa otra serie de televisión en marcha, esta vez con imagen real y que probablemente se rodará en Australia, centrada en la vida cotidiana de los habitantes de la galaxia en los años del imperio, un fragmento de vida que iría entre los episodios III y IV. "Parece que toda la gente que conozco ha crecido con La guerra de las galaxias", confirma Lucas con humor. "No importa qué generación, todos han pasado por esta faceta. Y ésta es una nueva exploración de otra parte de estas galaxias, con una textura diferente, animada, y en un medio diferente, la televisión".
Anastassio se encoge de hombros cuando escucha los temores de que Star wars: the clone wars no sea capaz de alcanzar a sus predecesoras en la taquilla. "Con que me encuentre a un chaval de siete u ocho años con los ojos como platos y queriendo ver la película de nuevo, pensaré que hemos hecho bien nuestro trabajo", dice. Dado que definitivamente en el vocabulario de La guerra de las galaxias no existe el "nunca jamás", ¿significará esta nueva vida la posibilidad de completar la saga con los episodios VII, VIII y IX que Lucas siempre ha negado que tuvieran una historia? Él se ríe, con algunas sacudidas de su prominente barriga. Su compañera sentimental, Mellody Hobson, presidenta de la compañía Ariel Capital, le espera en el coche para abandonar el rancho. El día ha sido largo. "Una vez que Luke Skywalker redime a su padre, lo que pasa con el hijo no me interesa. No es la historia que quiero contar y no sé qué hacer con él. No tengo nada pensado para Skywalker. Por eso evito esa parte de la historia y la seguiré evitando mientras pueda", concluye.
'Star wars: the clone wars' se estrena el día 29.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.