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Reportaje:

Paseo por una ciudad de récords

Un vistazo a esculturas, lienzos, árboles y manzanas gigantes

El verano madrileño brinda a los paseantes la oportunidad de observar la ciudad sin los agobios de otras estaciones del año, mucho más pobladas. Mil circuitos son posibles en Madrid, dividida en 21 distritos, en su mayoría llenos de sorpresas que sólo cabe descubrir si uno olvida el tráfago urbano y se acoge a la calma reflexiva y gozadora de los transeúntes pacíficos, ávidos de conocer y capaces de elevar la mirada desde el asfalto a los áticos y a los tejados.

Desde un castillo del siglo XV, luego comunero, hoy urbano y en restauración, mas único, como el que se alza en el distrito de Barajas, hasta los vestigios encapsulados tras cristales de la muralla árabe altomedieval, en subterráneos visitables de viviendas de la Cava Baja, en Madrid es posible hallar un manojo de récords interesantes. Así, la ciudad cuenta con una de las cúpulas de mayores dimensiones de Europa, la de San Francisco el Grande, de 33 metros de diámetro, superior a la de la catedral londinense de San Pablo. Francisco de Goya decoró una de sus mejores capillas y vale la pena visitar su interior, junto al arranque de la calle de Bailén, lleno de seductores lienzos y con uno de los mejores órganos de Madrid, instalado en 1884.

En Bellas Artes hay dos estatuas de seis metros que trajo Velázquez

Puesto que de lienzos se trata, uno de los cuadros al óleo de mayores dimensiones con los que cuenta Madrid -capital pictórica universal- es la Comunión de san Jerónimo, de cuatro metros de base por nueve de altura, que se encuentra en el crucero de la iglesia de los Jerónimos. Poco le va a la zaga el lienzo que ahora se restaura en la iglesia de las Comendadoras, de la plaza de su nombre. Se trata de La batalla de Clavijo, del napolitano Lucas Jordán, que decoraba su retablo. Mide 3,80 metros de anchura por 5,85 de altura. No lejos de la iglesia de los Jerónimos, y si de escultura se trata, la más elevada es la que remata el mausoleo del estanque grande del Retiro, coronado por la efigie ecuestre de Alfonso XII, con su peana a 25 metros de altura, más los 6,5 metros que mide el conjunto de caballo y caballero.

Claro que, si hablamos propiamente de tamaño esculpido, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando cuenta en el zaguán de su sede de la calle de Alcalá, 13, con dos impresionantes esculturas de Flora y Hércules, que se trajo el pintor y aposentador regio Diego Velázquez de uno de sus viajes a Roma por encomienda de Felipe IV. Las copió del palacio de la familia Farnesio, tan amiga de España. Miden más de seis metros y sus piernas tienen hasta medio metro de diámetro.

Ya que de números se trata, la fuente del Ángel Caído, dedicada al rebelde y demoniaco Luzbel en el mismo Retiro, se encuentra a la cota de 666 metros, cifra apocalíptica por antonomasia. Para hablar de naturaleza es preciso referirse al árbol más veterano de Madrid, el famoso ciprés calvo del parterre, también en ese parque. Data de 1634. Del Taxodium mucronatum se asegura que sus semillas procedían del Árbol de la Noche Triste en el que Hernán Cortés vertió su amargura en un colonial episodio, aciago para su suerte y la de sus hombres.

El agua tiene hitos notables, como los 80 metros que puede llegar a alcanzar el géiser del lago de la Casa de Campo, ocho hectáreas de extensión para 150.000 metros cúbicos de líquido. Pero, sobre todo, los moradores de Madrid tienen en el barrio de la Concepción una referencia de lo que es densidad de población, sólo parangonable con la de algunos bloques del barrio del Pilar. Más de 3.000 personas la habitan y sus terrazas son visibles desde la M-30.

Sólo sugerencias componen uno de entre los centenares de circuitos que cabe emprender por Madrid, en verano, para deleite de sus andariegos.

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