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Reportaje:BANDA SONORA

'República Bachata'

Cuatro Caminos baila al ritmo que impone la comunidad dominicana

Carlos Marcos

En el bar Sheraton, en Cuatro Caminos, se escuchan sorprendentes historias de la República Dominicana. "Salió la noticia a toda plana en los periódicos de allá", cuenta Alexandre Javier, de 32 años, dominicano recio y simpático. Continúa: "Al individuo le habían puesto los cachos [cuernos] y estaba desesperado. Se metió en un bar a beber y a escuchar bachata. En ese momento sonaba una de Anthony Santos, El Mayimbe, que hablaba de un caso como el suyo, de infidelidad. Pero se cortó la canción, y sonó un merengue. El tipo despechado y corneado, ya bien cargado de alcohol, se sacó un hierro [una pistola] del cinto y pegó un tiro al dj, hala, por quitarle la bachata que estaba contando su vida". No hay que alterarse; las cosas pintan pacíficas en el "pequeño Caribe", como se llama a esta zona, entre Cuatro Caminos y Tetuán, que congrega la mayor comunidad de dominicanos en Madrid.

La colonia caribeña se concentra en tres calles: Topete, Tenerife y Almansa

La comunidad caribeña se concentra en tres calles, Topete, Tenerife y Almansa, una reproducción en tamaño miniatura de la vida en Santo Domingo. Aquí nadie pone cara de tú-qué-pintas-en-mi-zona. Al contrario: el dominicano es hospitalario. En el Sheraton retumba ahora una de esas bachatas picantonas, de doble sentido, de Blas Durán. Se llama El hueso y dice así: "Damas y caballeros, ésta es la historia de un gago

[tartamudo] que le cantaba a su amada: me duele el hue, me duele el hue, me duele el hueeeeso / Ay, mamacita, si tú fueras una carretera y yo fuera un greda

[tractor] que la arreglara, te tapaba todos los hoyos, mami". Uf, qué sofoco. Por la televisión, de tamaño considerable, pasan peleas de gallos, deporte nacional.

En la calle huele a fritanga; la gente ocupa las aceras o espera su turno en las peluquerías, que siembran el barrio. Los dominicanos llevan con honor eso que llaman "hacer esquina", que consiste básicamente en juntarse en grupos de no menos de cuatro a charlar y a verlas venir. Las puertas de las casas lucen abiertas y se escucha bachata. Un poco de historia: surgió en los prostíbulos dominicanos y fue considerada como marginal hasta los años setenta, que conquistó las listas de ventas. ¿Los temas? Amor, desamor, melancolía. ¿El baile? Frotar y considerar a la cadera como un artículo de goma.

Aunque la bachata arrasa, también suena merengue, salsa y reggaeton. Y 50 Cent, el rapero neoyorquino, banda sonora de algunas tiendas, que despachan camisetas XXXXL, botas deportivas y colgantes. En La Esquina Caribeña, otro bar bachatero, se sirve un pica pollo que te entona para una noche de baile. Por ocho euros, tres generosas raciones de pollo frito, ensalada y tostones (plátano frito). Felipe es el camarero: "Aquiponemoslamejorbachatadelmundo", dice así, todo junto, y a una velocidad que debería estar penalizada. Suena Luis Segura, El Añoñaito, el padre de la bachata moderna: "Dame tu querer, que sólo quiero enamorarte; / no te quiero herir, sólo quiero acariciarte". Mientras le hincas el diente al pollo, las parejas ya se han puesto a bailar. Pero justo al lado de las mesas. Aquí la pista de baile se instala en cualquier rincón. La música está a un volumen potente.

En la calle, los locutorios telefónicos funcionan a todo trapo. Aquí la canción es siempre la misma: la promesa de enviar dinero.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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