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Entrevista:MIGUEL QUESADA | Promotor de Cornellà | VIENE DE PRIMERA PÁGINA... LA CRISIS DEL LADRILLO

"Mi padre lo decía: 'No te hagas paleta"

Amanda Mars

El padre de Miguel Quesada era un andaluz de Jaén. Un albañil tranquilo. Llegó a Barcelona en 1961 y a primera hora de la mañana se presentaba en la plaza Catalunya, o la plaza Universitat, a esperar a los contratistas que se lo llevaban para la jornada a trabajar. "Tú, tú y tú, conmigo", decía el encargado. Cada día, todos iban a una obra distinta, pero pronto se colocó de albañil en una constructora, y así para siempre. Miguel tenía ocho años cuando llegó a la pensión con su familia, de siete hijos.

"Mi padre me decía: 'Si te vas a la construcción, ve de jefe, o técnico; no te hagas nunca paleta", cuenta Miguel, de 55 años. Sus cuatro hermanos varones, para disgusto de su progenitor, sí se hicieron albañiles, pero él no, él se metió a constructor. Ahora cuenta que hace meses que no duerme. Que le debe al banco más de un millón de euros, aunque sigue hablando de pesetas, de 170 millones de pesetas que le prestó para comprar el suelo de su última obra.

"Esta crisis es peor que la de 1993 porque me coge mayor, con hijos"
"No podía ser, un piso en un pueblo por 80 millones de pesetas, no podía ser"

La crisis inmobiliaria estalló en sus manos en diciembre del año pasado, cuando su empresa, Rinquesol, acabó una promoción de un piso, un dúplex, y un local comercial en la localidad costera de Castelldefels. Era una parcela cara, muy céntrica, comprada en la cumbre de la burbuja, pero el paquete estaba tasado a un millón de euros el local, 600.000 el dúplex y casi otros tantos el piso. Parecía un negocio redondo.

"Me hipotequé en 170 millones [de pesetas] con Caixa Catalunya; además, para construir, añadí 90 millones, los ahorros de toda mi vida y la hipoteca de mi local. Ahora he ido dos veces con compradores solventes a la entidad y no quiere subrogarles el préstamo". Muchas inmobiliarias acusan a la banca de haber cerrado el grifo del crédito. Miguel es uno de ellos y dice que le queda dinero para pagar los intereses unos meses más. Después, si no vende, el ocaso.

"Es que no podía ser, no podía ser que un piso en un pueblo valiese 80 millones de pesetas; si la gente cobra 1.000 euros, ¿cómo va a pagar eso...?". Pero aquel piso que Miguel construyó en Castelldefels se tasó en 90 millones de pesetas, y ahora intenta venderlo por 78 millones.

Dice que siempre fue conservador, que nunca compró ni vendió caro, y que esta última obra se le fue de las manos. Nunca le gustó el precio de la parcela, pero sus hijos, que trabajan con él, le animaron. Todo se vendía tan bien...

Habla con tal angustia, que nadie diría que ha superado ya varias crisis; que trabajaba para una constructora de obra pública, y que se fue al traste en los ochenta; que después creó su propia empresa, pero en 1995 le dejaron de pagar más de 200 millones de pesetas de la época y también tuvo que cerrar; que ha superado un tumor cerebral, que se recuperó y que creó la promotora actual; que en los buenos tiempos llegó a ganar 300.000 euros en una obra.

Miguel maneja sus propias teorías económicas. Dice que la crisis actual es peor que "ésa de la que hablan", la de 1993. "Es peor porque a mi mujer y a mí nos coge con otra edad, porque no tenemos 30 años, y pensamos... ¡Que nos tengamos que ver así a estas alturas...! Y es peor también porque no estamos solos, porque a mí me da igual, pero tengo a mis dos chicos metidos en esto y no les puedo dejar esta papeleta".

Porque Miguel, como su padre, tampoco quiere ya que sus descendientes se dediquen a lo mismo que él, pero tampoco, como su padre, ha logrado convencerles de que se busquen otro empleo y están metidos de lleno en el negocio familiar.

El parón de su negocio le obliga a tomarse las primeras vacaciones "de verdad" en décadas, y podrá volver a la casita que un día, tras labrarse el futuro fuera de casa, pudo comprar en Jaén. "¿Tú has visto Jaén? Allí son todo olivares; donde mires, ves olivares...". Y por fin se ríe un poco.

Miguel Quesada debe al banco un millón de euros, lo que le prestaron para un solar. Ahora no puede dormir.
Miguel Quesada debe al banco un millón de euros, lo que le prestaron para un solar. Ahora no puede dormir.SUSANNA SÀEZ

Crisis del ladrillo

- La burbuja inmobiliaria ha pinchado este año. Las ventas se han hundido, los precios caen y se destruye empleo.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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