"Vivimos bajo una sospecha permanente"
Los menores inmigrantes del centro de Tolosa piden que no se les culpe de los actos violentos de algunos
Están cansados de vivir "bajo sospecha" permanente cada vez que algún incidente violento que implica a algún menor extranjero les pone en el foco de la polémica. Un paseo por San Sebastián con los jóvenes que residen en el centro de acogida de menores de Tolosa, dependiente de la Diputación, confirma que no pasan desapercibidos, que esa fina barrera que les separa de los demás se hace más evidente cuando incidentes violentos como los ataques sexuales cometidos en los últimos días en la capital guipuzcoana y Villabona por varios menores magrebíes crean una supuesta alarma social en torno a su integración. "¿Ves cómo nos mira la gente y la policía? Siempre es igual. No es justo que paguemos todos por lo que hacen unos cuantos. Si algunos abusaron de una chica, que paguen ellos", dice un joven tangerino. Todos piden que no se publiquen sus nombres.
"Desde que llegué a España no hago más que arrepentirme de haber venido"
"¿El viernes hubo una manifestación contra nosotros?" pregunta un chaval de 16 años que apenas lleva tres meses en Guipúzcoa. El periodista intenta explicarle que la protesta celebrada ese día en Villabona no era contra ellos, sino contra las agresiones machistas en las que habían participado varios menores del centro. "Ah", indica, no del todo convencido. "¿Y cómo es el reformatorio de Zumarraga, qué les hacen allí a los que se han llevado?", curiosea. Conocen a los que participaron en la agresión de Villabona, donde varios menores abusaron de una chica y golpearon a su pareja. De hecho, la Ertzaintza peinó de arriba abajo todo el centro, buscando en las pertenencias de cada uno de ellos pruebas incriminatorias. Los menores reconocen la gravedad de lo ocurrido. Prefieren no entrar en detalles sobre los que participaron en la agresión. No quieren más problemas.
El Ararteko ya alertó en su último informe al Parlamento de que "la imagen social que a veces se transmite, especialmente cada vez que hay un conflicto que salta a la luz pública, es demoledora para los propios menores". De hecho, el informe precisaba, citando los datos de denuncias a la Ertzaintza en Tolosa, que los jóvenes alternan periodos de calma y otros de gran conflictividad en los que se multiplican los incidentes cuando las aguas están agitadas. La policía autonómica tuvo que actuar en 229 incidencias en 2006 y en 83 en los primeros cinco meses de 2007 (últimos datos disponibles). Muchas de las intervenciones fueron solicitadas por los propios educadores y vigilantes del centro.
Los agentes transmitieron al Defensor del Pueblo varias preocupaciones, que incluían la posibilidad de que algo parecido a lo de Villabona sucediese. Recalcaban la mala ubicación del centro, el excesivo tiempo de permanencia de algunos menores, la carencia de medidas de contención ante situaciones de descontrol de los jóvenes por drogarse con disolvente, entre otros aspectos.
Sobre las quejas de algunos vecinos de Tolosa, los menores dicen que ellos también sufren violentos encontronazos con personas de allí. "Desde que llegué a España no hago más que arrepentirme de haber venido", sentencia otro joven, apurando la última calada de su cigarrillo. "Empecé a fumar aquí. Te puedes terminar dando a todo del aburrimiento", añade. Otro afirma que si fuese repatriado no tardaría en intentar llegar a España otra vez. Nada le espera del otro lado, afirma.
Todos reprochan que sólo tengan trascendencia las historias negativas que les involucran. "El otro día, tres de nosotros salvamos a un tipo que se ahogaba cerca de Andoain, ¿Por qué no publicaron eso?", preguntan, señalando al artífice del salvamento para que lo cuente. "Una mujer empezó a gritar cuando su marido desapareció nadando y llegó a una zona donde no hacía pie. Me tiré al agua y le saqué como pude. Me fui antes de que viniera la Ertzaintza. Vete a saber lo que iban a pensar", relata.
El desgaste de los educadores
"Todo el sistema falla desde arriba. En teoria, somos educadores, pero en la práctica nos convierten en chóferes, administrativos y asistentes. Cubrimos necesidades básicas, no hay ningún proyecto educativo. Y encima la jefa nos desautorizaba constantemente, cuando debía reforzar nuestra autoridad ante los jóvenes. Si un niño necesitaba zapatillas, primero me hacía decirles que no podía ser. Y después iba y se las compraba ella. Me tocaba siempre hacer de mala". Esther, ex trabajadora de un centro para menores guipuzcoano, explica la frustración que sienten gran parte de los educadores. Por el lugar han pasado más de 40 profesionales nuevos en menos de un año, según cuenta. "Me contrataron por Internet sin que me hiciesen ninguna entrevista previa", añade.
El Ararteko incluyó en su último informe general una alusión a este problema, alertando de que algunos de los profesionales de los centros "se queman continuamente" por las condiciones en que realizan su labor. "Aparte del coste personal, eso dificulta la continuidad de la atención", advirtió entonces.
Las rotaciones de plantilla agravan las dificultades. Las bajas por depresión y estrés también son una constante. En Vitoria, por ejemplo, donde el equipo de educadores del centro Zabaltzen alzó varias veces la voz exigiendo que se mejorasen las duras condiciones en que vivían los menores, llegó a darse la situación de que la mitad de la plantilla estuviese de baja sin que nadie se lo dijera a los menores.
"Los educadores trabajan con lo mínimo, hacen muchas horas y falta personal. La gente se coge bajas cuando las instituciones no dan salida. El modelo es el que lo propicia", asegura Aniceto Prieto, presidente del comité de trabajadores de los centros de Vizcaya, del sindicato LAB. Prieto incide en que la carencia de medios se debe a que "la Administración quiere acabar con el
efecto llamada
", que, en teoría, hace que cada vez más menores opten por llegar a Euskadi al incrementarse los recursos.
Atención a menores extranjeros
Atención a menores extranjeros
- La Diputación de Guipúzcoa tutela a unos 160 menores extranjeros, de entre 10 y 18 años. Más del 80% proviene de Marruecos.
- Están repartidos en 36 centros: seis de acogida de urgencia, 28 mixtos y dos especializados.
- El centro de Tolosa es la puerta de entrada al sistema de protección. Realiza la primera acogida.
- La Diputación volvió a alertar al Ararteko, que lo incluyó en su informe de 2007 al Parlamento vasco, de que "la interpretación restrictiva que viene haciendo la Subdelegación del Gobierno de la normativa de Extranjería" dificulta que los menores puedan realizar, mientras tramitan la autorización de residencia, una actividad laboral que favorezca su integración.
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