El Ejército toma las calles italianas
"Sólo nos faltaba esto", dice una vecina de Milán ante el despliegue de Berlusconi
Uniformes veraniegos, armas cortas y todoterrenos pintados de camuflaje. Así se estrenaron en la mañana de ayer en la plaza del Duomo de Milán las primeras patrullas militares previstas por el Gobierno de Silvio Berlusconi dentro del llamado paquete de seguridad, aprobado hace dos semanas.
El Ejército vigilará las nueve ciudades italianas con los mayores índices de criminalidad y los centros de permanencia temporal de inmigrantes. El despliegue durará al menos seis meses.
En una ciudad semidesierta y azotada por el calor, los escasos turistas y milaneses que se atrevieron a abandonar el aire acondicionado no parecían preocuparse por el asunto. Sólo la presencia de una decena de fotógrafos de prensa que sacaban imágenes de ocho militares despertó curiosidad: "¡Abuela, mira, ha llegado el Ejército!", exclamó una chica. "Pero mi hija, ¿qué dices?... ¡Ay Dios!, si es verdad. ¡Sólo nos faltaba esto!", contestó la señora.
El plan ideado por los ministros de Defensa, Ignacio La Russa, y de Interior, Roberto Maroni, prevé la intervención de unos 3.000 militares. Mil se concentrarán en los centros de identificación de inmigrantes; otros tantos vigilarán posibles objetivos de ataques terroristas (estaciones de ferrocarril, monumentos y embajadas) y los restantes patrullarán las calles de las ciudades consideradas más peligrosas: Roma, Milán, Nápoles, Bari, Palermo, Catania, Turín, Verona y Padua. La oposición ha expresado su desacuerdo y acusa al Gobierno Berlusconi de "militarizar el país". Algunos sindicatos de policía han calificado la medida de "mera fachada".
La Russa volvió a defender su iniciativa en una visita a las tropas en la Estación Central de Milán: "Quienes hablan de operación de fachada no han visto los aplausos de los barrios en los que hemos mandado a las tropas. En éste, por ejemplo, han sido violadas nueve mujeres en un mes. Si evitáramos una sola violación, pero estoy seguro de que evitaremos más, ya no será una operación de fachada".
Los milaneses, tradicionalmente conservadores, están divididos: "Hay algunas zonas de la ciudad que necesitan un mayor control, aunque a mi entender bastaría con más policía", asegura Marco Pianezza, de 27 años, empleado en un banco cercano a la plaza del Duomo. Pianezza cree que son los inmigrantes los responsables de la mayoría de los peligros que acechan a la ciudad. A pesar de ello, no cree "que los gitanos en particular sean el problema", aunque les acusa de lamentarse en exceso.
No está de acuerdo Alberto Dell'Acqua, 32 años, aficionado a los deportes marinos, con la decisión del Gobierno: "Estamos muy mal. Cuando el Ejército se desplegó en Sicilia, hace años, me pareció estar en el Tercer Mundo. Ahora es peor".
La última vez que un Gobierno italiano desplegó el Ejército por razones de seguridad fue en 1992, después de los atentados mafiosos que terminaron con las vidas de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Según Dell'Acqua, "utilizan el Ejército porque dicen que ya no queda otro remedio es mortificante para nosotros y para la policía".
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