La excarcelación de De Juana
Iñaki De Juana Chaos, condenado a más de 3.000 años de cárcel por 25 asesinatos, abandonó el centro penitenciario de Aranjuez (Madrid) a las 7.25 de ayer. Su puesta en libertad, tras cumplir sólo 21 años de cárcel, provocó la indignación de muchos familiares de sus víctimas.
Para las víctimas de José Ignacio de Juana será difícil olvidar la imagen del etarra saliendo de la cárcel de Aranjuez. Manuela Lancharro tampoco puede borrar de su mente el 14 de julio de 1986, la mañana en que una bomba detonada por De Juana mató su hermano junto a otros 11 guardias civiles.
Iñaki de Juana ya está libre, pero difícilmente será libre o podrá despegarse de por vida de su propia hoja de servicios en ETA. Con siete kilos menos, según fuentes penitenciarias, tras su huelga de hambre, De Juana respira aires de una libertad imposible con su esposa, Irati Aranzabal.
La profesión de la víctima y la pulcritud que los investigadores dijeron haber encontrado en el escenario del crimen despertaron el interés y alimentaron numerosas hipótesis sobre la muerte de Andrés Toro, de 59 años, en su chalé de Bollullos de la Mitación, a 15 kilómetros de Sevilla, el pasado 15 de junio.
La realidad supera con frecuencia a la ficción. En este caso el suceso real podía haber sido parte de un tortuoso guión. Por enrevesado y azaroso. Con tintes de comedia negra: una pelea, una bala perdida que hiere a dos personas que simplemente pasaban por allí y un pistolero con la mandíbula partida y ya sin el arma en su poder.
EL PAÍS | Madrid
Los Carod-Rovira, los Rojo, los Maragall, los Fabra, los Barceló... Son sólo algunas de las familias que ocupan cargos públicos pasando, o no, por la reválida de las urnas