La muerte de 'Taburete'
La historia es de esas que si nos la cuentan en un telefilme de sobremesa nos haría sonreír por lo inverosímil del argumento. Pero una vez más el disparate de la realidad ha superado ampliamente al de la ficción. La pasada semana en una residencia para personas mayores de Lardero (La Rioja) una navaja, utilizada habitualmente por su propietario para pelar la fruta, segaba limpiamente la carótida y provocaba la muerte de Andrés Justo Ligero, conocido en Logroño y alrededores como Taburete, popular personaje asiduo a los partidos del Logroñés, corridas de toros y cuanto acto social se celebrase en la capital del vino. Se da la circunstancia de que quince años antes, en la pensión que ambos compartían, el presunto homicida -José María Gómez Lestado- había perdido un ojo, después de que Taburete no tuviese mejor ocurrencia que clavarle en el mismo una botella de cerveza rota.
A su entierro asistió el presidente de La Rioja y por Internet se convocó un macrobotellón
Sobre las motivos que impulsaron a Taburete a actuar de ese modo, circulan distintas explicaciones. Una de ellas dice que previamente Gómez Lestado le había ofrecido a su agresor la botella de cerveza llena de orina, por lo que tan tóxica sustancia pudo causar estragos en las meninges del popular logroñés y provocar su violenta reacción. Otra versión asegura que la trifulca se originó después de que Taburete recriminase a su compañero de pensión el haberse bebido el vino que compartían.
Incomprensiblemente, esta noticia no ha tenido eco alguno en los grandes medios internacionales, habiendo pasado también desapercibida para los principales diarios estatales. La prensa local riojana ha dedicado, en cambio, ríos de tinta (apertura de portada incluida) al suceso, que no pasó definitivamente a un segundo plano informativo hasta el descubrimiento de los zulos de ETA en Pazuengos y Valgañón.
Si todo lo que han publicado las crónicas locales es cierto, podemos llegar a la conclusión de que la España cañí no sólo ha sobrevivido al nuevo siglo, sino de que su estado de salud es excelente.
"Taburete", tras la agresión protagonizada, fue condenado a prisión, en donde pasó un par de años. Tras recobrar la libertad se convirtió en uno de los personajes más populares de las calles logroñesas, en donde era proverbial su habilidad para no perderse jamás un partido del C.D. Logroñés sin pasar jamás por la taquilla. Esta filosofía del -gratis total-, al parecer, también la practicaba en las corridas de toros y otros espectáculos.
Por circunstancias de la vida, agresor y agredido volvieron a compartir techo en la residencia de Lardero. Por lo visto, quizá para ayudar a la reconciliación de dos viejos conocidos, los responsables del centro tuvieron la brillante idea de que ambos compartiesen la misma mesa durante las comidas. Asegura la prensa local que Taburete acostumbraba a mofarse de su víctima y posterior verdugo, y especialmente de su ojo perdido, lo que podría haber originado el fatal navajazo.
Al entierro de Taburete acudió el mismísimo presidente de La Rioja, Pedro Sanz. Por Internet se convocó un macrobotellón de homenaje al fallecido (leemos que sentía una especial debilidad por el alcohol), con el fin de recaudar fondos para erigirle una estatua. También existía la intención de solicitar para él el nombre de una calle.
¿Sería posible imaginar unas reacciones similares en Euskadi? Aquí, donde los nombres de las calles, los más nimios gestos de los gobernantes, así como sus declaraciones son objeto del más severo escrutinio, Taburete se hubiese tenido que conformar con un suelto en las páginas de sucesos. En este caso, y para bien, se puede decir que Euskadi es diferente.
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