Perjudicado y beneficiario a a la vez de las obras del AVE
El conglomerado empresarial de Villar Mir y sus actividades en Galicia son un buen ejemplo de cómo cerrar ciclos productivos y combinar unidades de negocio dentro de un mismo grupo de sociedades. La fabricación de hormigón o áridos y la construcción es una muestra de esta fórmula de éxito. Y Galicia, su mayor campo de pruebas. El cuarzo que la mina de Serrabal extrae en Boqueixón se emplea en la fabricación de silicio para producir placas solares. Su destino, los hornos de Ferroatlántica en Sabón, donde Villar Mir tiene previsto crear una división fotovoltaica denominada Ferrosolar. Éste fue el principal argumento empleado por el empresario para oponerse a las expropiaciones de la mina por las obras del AVE que él mismo construye a través de OHL. Por el dinero que le da la mina y por el largo recorrido que tiene la solar como energía alternativa. Su coartada ante los trabajadores es la gran inversión que prevé realizar en los hornos de Sabón.
La división de construcción de Villar Mir en Galicia no solamente pivota sobre empresas como OHL, Malvar y Elsan-Pacsa, dedicadas a la obra pública. El grupo realiza diversos proyectos de edificación y servicios a través de firmas como Sato, con centro de operaciones en Ferrol y Obras y Servicios Hispania-Gas, que opera desde Vigo. También dispone de empresas dedicadas a la fabricación de hormigón destinado a las propias obras que su grupo levanta, como es el caso de la sociedad anónima Pacadar.
Concesiones en ríos
Su joya es Ferroatlántica, recientemente multada por Medio Ambiente con 600.000 euros por la mortandad de miles de peces en el río Xallas. Allí, entre las plantas de Cee y Dumbría, y también con los saltos hidráulicos, el grupo muestra su habilidad para aprovechar sinergias. Al margen de su negocio tradicional, las concesiones hidroeléctricas en los ríos Grande y Xallas se han convertido en un negocio en sí mismo. Los 27 millones de euros que ingresó en 2007 la compañía, ahora presidida por Eduardo Montes, por la venta de energía excedentaria a la red eléctrica representaron un 13% del total de su facturación en Galicia, que ascendió a 216 millones.
Debido a la rentabilidad de los saltos y a sus bajos costes fijos y de mantenimiento, la división hidráulica aportó un 23% de los beneficios de la compañía en Galicia.
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