Diálogo entre religiones
El deseo de entendimiento entre religiones es sin duda sincero en la enorme mayoría de los asistentes a la Cumbre de los Credos recientemente inaugurada en Madrid, pero el olor que desprenden los petrodólares del rey Abdalá de Arabia Saudí, promotor del evento, lo empaña todo.
No es raro que dictadores y autócratas auspicien pantomimas en pro de los derechos humanos con el único objetivo de hacerle un lavado de cara a su impopular régimen.
Sin embargo, sólo en contadas ocasiones la contradicción entre los propósitos del acto y la verdadera naturaleza de su organizador alcanza cotas tan altas como lo ha hecho en esta cumbre.
La libertad religiosa de Arabia Saudí es virtualmente nula. Es un país en el que el wahabbismo impregna hasta el último aspecto de la vida social, y la policía religiosa persigue y castiga la blasfemia y la práctica en público de credos no musulmanes.
Los países occidentales deberían ser consecuentes en la defensa de los derechos humanos, y no entrar en el hipócrita juego de las dictaduras del petróleo.
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