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Columna
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Investidura permanente

La crisis económica es de bastante más envergadura de lo que se había previsto por prácticamente todo el mundo en general y por el Gobierno en particular y es incluso posible que todavía sea peor de lo que ahora mismo se está previendo. Todas las revisiones que se vienen haciendo tanto en los diversos países como por los organismos internacionales desde hace casi un año han ido dibujando un escenario cada vez peor. No es descartable, en consecuencia, que a la vuelta del verano y a lo largo del próximo año nos encontremos en una situación considerablemente peor que en la que ahora mismo estamos. Cuanto más pronto se reconozca, mejor.

Pero por crisis económicas peores que ésta hemos pasado ya en varias ocasiones desde la recuperación de la democracia, aunque el portavoz de economía y ex ministro del PP, Cristóbal Montoro, se esfuerce en convencernos de lo contrario. ¿O es que se nos ha olvidado que el proceso de elaboración de la Constitución se hizo con tasas de inflación de casi el 30%? ¿O que tras haber prometido el PSOE en el programa electoral de 1982 la creación de 800.000 puestos de trabajo, se destruyeron más de un millón en la legislatura? ¿O que hubo que devaluar tres veces la peseta entre el decreto de convocatoria de las elecciones generales de 1993 y el día de la celebración de las mismas?

El problema no es la crisis económica, sino cómo se reacciona ante ella

Crisis económicas las ha habido, la hay y las habrá. De ellas se sale siempre. Lo que ocurre es que no siempre se sale igual. Unas veces se sale bien y otras veces se sale mal. Y el que se salga bien o mal depende de la manera en que políticamente se hace frente a la crisis. Desde la Transición, de todas las crisis económicas hemos salido bien. Tanto en términos absolutos como relativos hemos estado siempre mejor una vez superada la crisis de lo que estábamos antes de que la crisis empezara. Desde finales de los setenta, aunque hayamos pasado por baches, no hemos retrocedido nunca. Y no hemos retrocedido porque nuestro sistema político ha sido capaz de dar la respuesta adecuada a las dificultades generadas por la crisis económica.

Dicho de otra manera. Para España, como para cualquier país, el problema no es la crisis económica, sino cómo se reacciona ante ella. Y la reacción es siempre de naturaleza política. ¿O es que los Pactos de la Moncloa, sin los cuales no hubiera sido posible la aprobación de la Constitución, no fueron pactos políticos? Lo grave a finales de los setenta no era la crisis económica, sino que no hubiera habido capacidad para hacer los Pactos de la Moncloa. Desde la Transición, el sistema político español ha sido capaz de responder siempre de manera solvente a las crisis económicas, independientemente de cual fuera su envergadura.

El interrogante es si en esta ocasión va a ser capaz de hacerlo. Y el comienzo de la legislatura no apunta en buena dirección. Para mí, el error del Gobierno y del PSOE no ha sido tanto el de no haber evaluado acertadamente la magnitud de la crisis económica, como el de no haber interpretado correctamente los resultados electorales del 9-M. Con el resultado del 9-M de 2008 el partido socialista y su Gobierno no tienen más autonomía para poner en práctica su proyecto de dirección política del país que el que tuvieron tras el resultado del 14-M de 2004, sino menos. Con la actual composición del Congreso, la estabilidad parlamentaria está menos asegurada de lo que lo estaba en la pasada legislatura.

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La dirección socialista no lo entendió así y optó por no pactar la investidura, sino por hacer una investidura no por el Congreso de los Diputados sino en el Congreso de los Diputados. José Luis Rodríguez Zapatero no ha sido investido por el Congreso de los Diputados, sino por los diputados socialistas en el Congreso. Jurídicamente esto es irrelevante. Políticamente no lo es en absoluto.

Cuando un partido opta por la investidura por mayoría relativa, con base en los diputados de su grupo parlamentario exclusivamente, está creando inexorablemente un escenario de inestabilidad parlamentaria. En estas dos últimas semanas hemos empezado a verlo. Mientras el Gobierno no rectifique y cierre acuerdos para tener una mayoría parlamentaria estable, José Luis Rodríguez Zapatero va a estar sometido a una investidura permanente. El Congreso le va a hacer pagar al presidente del Gobierno de una manera que puede llegar a ser insoportable el hecho de haber sido preterido en el acto de la investidura. Esto es lo que tiene que ser corregido. Pues, en una situación de investidura permanente, no es posible dar una respuesta adecuada a la crisis económica. Ni a nada.

Hubiera sido mejor no tener que rectificar, pero como eso ya no es posible, cuanto más pronto se rectifique, mejor.

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