Rajoy acaba con la 'herencia San Gil'
El líder acude a Euskadi por primera vez tras la crisis y no cita a la presidenta - San Gil no irá al congreso regional, y la nueva dirección pide mirar adelante
Tras varios meses dedicado a sobrevivir a su propia crisis, Mariano Rajoy se concentra ahora en resolver otras más pequeñas, pero tal vez más dolorosas. Ayer acudió al País Vasco por primera vez desde que se hizo evidente que María San Gil no seguiría al frente del partido en esta comunidad donde el PP sufre el acoso de los terroristas -cada acto está repleto de escoltas a la puerta, el de ayer también- y de malos resultados electorales. Fue en Vitoria, en Álava, la provincia más fiel a Rajoy y alejada de San Gil, controlada por Alfonso Alonso, hombre de confianza del líder.
Rajoy, acompañado por Javier Arenas, nuevo hombre fuerte del PP como vicesecretario territorial, dejó claro desde el primer momento que ese acto estaba pensado como un punto final a la herencia de San Gil, de nuevo ausente en un acto con el líder.
Rajoy ni siquiera la citó, al contrario de lo que hicieron otros como el propio Arenas y dirigentes provinciales como la guipuzcoana María José Usandizaga, antes cercana a San Gil, que pronunció un discurso muy duro contra los que, como la todavía presidenta, dudan de que el PP vasco se vaya a colocar frente al nacionalismo como un dique. "Aquí nadie ha cambiado. No sé cómo alguien puede dudar de que vamos a defender los principios que nos han hecho fuertes", protestó. "Después de las dificultades, aquí hay un PP que tiene principios y valores", clamó Alonso. "El PP no va a renunciar a sus principios, porque ha habido compañeros asesinados por defenderlos", remató Antonio Basagoiti, candidato de consenso en el congreso regional del próximo fin de semana. Los tres pidieron al partido que mire hacia adelante.
En el PP vasco ha sentado muy mal, y así se comentaba en los corrillos, la carta que San Gil mandó el lunes a todos los militantes en la que señala que tanto Rajoy como la nueva dirección del PP vasco han dado un giro y ya piensa enfrentarse radicalmente al nacionalismo.
San Gil cuenta aún con algunos fieles, aunque prácticamente todos ellos -incluido Carmelo Barrio, aún secretario general, o Regina Otaola, alcaldesa de Lizartza-, estaban ayer en Vitoria aplaudiendo, o al menos escuchando a Rajoy. También estaba Marimar Blanco, sustituta simbólica de San Gil como víctima.
La dirección cree que el voto en blanco en el congreso regional será incluso menor que el que recibió Rajoy en Valencia. Todos los dirigentes consultados coinciden en que San Gil ni siquiera acudirá al congreso del partido que dirigió durante cuatro años.
Rajoy, sin citar a la presidenta, habló de los momentos "dolorosos" que se han vivido en el PP vasco y justificó su propio cambio de línea hacia la moderación: "Lo que hemos pretendido con el congreso de Valencia es lograr un PP más centrado, más abierto. Queremos ser muchos más. Los 10 millones que nos han votado quieren ser 12 o 13. Eso es lo que nos exigen, también en el País Vasco, y por eso trabajamos".
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