La huerta necesita una ley para protegerla del ladrillo
El principal obstáculo al plan son los ayuntamientos
La huerta histórica de Valencia es un paisaje cultural milenario, de los que quedan muy pocos en Europa. Un espacio agrícola periurbano singular que es seña de identidad de la ciudad y del área metropolitana. Por ello, su protección está en boca de muchos, desde hace años, sin que esa voluntad haya cuajado en un plan global para su conservación y disfrute. Las iniciativas municipales concretas para preservar huerta o las campañas ciudadanas para frenar su deterioro no han encontrado eco hasta ahora en el gobierno autonómico. A falta de protección real, la voracidad urbanística y la presión de las infraestructuras han puesto a la huerta en "riesgo acelerado de desaparición".
Así lo reconoce el Plan de Acción Territorial de la Huerta de Valencia presentado hace diez días por el presidente de la Generalitat, Francisco Camps. El gobierno autonómico presenta el plan tras una década de frenesí del negocio del ladrillo, que ha ocupado el territorio a costa precisamente de la huerta. Camps lo prometió a principios de la legislatura pasada y ahora que ve la luz pide un debate "sincero y leal" para salvar la huerta histórica. Las alarmas, sin embargo, se encendieron hace tiempo.
El debate se enfrenta, de partida, a dos escollos difíciles de remover. Por un lado, la intención de una parte de los ayuntamientos de reclasificar suelo agrícola valioso en programas urbanísticos aprobados o en trámite antes de hacerse público el documento del Consell. Por otro, la desconfianza y el escepticismo de muchos defensores de la huerta que se preguntan si esta vez el gobierno autonómico va en serio. El lanzamiento del plan se abre con una etapa de consultas sobre la versión preliminar del estudio. La Consejería de Medio Ambiente promete un amplio debate y programa de participación pública para despejar dudas y recibir aportaciones. Estos son los ejes principales de un documento elaborado por un destacado panel de expertos y abierto a cambios.
- Diagnóstico. Forjada a partir del agua que fluye del Turia a las siete acequias del Tribunal de las Aguas y la Real Acequia de Moncada, la huerta histórica conforma un entorno periurbano de Valencia y las poblaciones del área metropolitana en serio peligro de desaparición. En 1950 se había destruido un 10% de esa huerta histórica, y hasta 2006 la "tendencia se ha acentuado de forma alarmante", con la ocupación del 30%. "Si se quiebra definitivamente el paisaje de la huerta, se perderá una parte sustancial de la identidad cultural y de los atributos que hacen de Valencia y su entorno un lugar único en la Península y en el Mediterráneo occidental", advierte el plan. Los expertos constatan la falta de eficiencia del riego de las acequias (no alcanza el 15%), el impacto de las aguas residuales y basuras sobre la calidad ambiental de la huerta, así como la desaparición o inutilización de ramales. El estudio afirma que en esta situación, el reparto de agua basado en derechos históricos lleva al sistema a una "grave ineficiencia hídrica". Además, el crecimiento urbanístico y de infraestructuras a costa de la huerta ha creado también barreras y la fragmentación visual del paisaje, y afecta a los caminos rurales y a las acequias. A la progresiva degradación del paisaje contribuyen asimismo torres de alta tensión, construcciones no tradicionales como naves industriales y grandes carteles. Y otro factor que encabeza el riesgo de supervivencia de la huerta: la producción agrícola es "difícilmente sostenible en sí misma en las condiciones actuales", lo que desemboca en el abandono de campos y residencias de la huerta. En la desaparición de lo que le da vida, en definitiva.
- Ámbito de aplicación. La huerta histórica configurada en torno a las acequias del Turia y marjales abarca un ámbito de 23.000 hectáreas en 40 municipios. Descontada la urbanización y los sectores urbanizables aprobados o en tramitación a finales de 2006, la que queda hoy de huerta y es objeto del plan se reduce a 12.000 hectáreas en 34 municipios -algunos ya no tienen suelo agrícola que recuperar-. El plan tiene un enfoque "claramente metropolitano", de coordinación de todas las variables que inciden en la protección de la huerta, desde el reconocimiento de que intentos anteriores de abordar globalmente esta planificación han fracasado.
- Cinco estrategias. El documento define cinco estrategias para la huerta. La primera es una red de paisajes que conecten y articulen la huerta de mayor valor entre sí con los parques naturales de L'Albufera, el Turia, la sierra Calderona y el Marjal dels Moros en Sagunto. A ello se suma la conservación y restauración de los elementos patrimoniales que se han catalogado, tanto arquitectónicos (alquerías) como hidráulicos (molinos, azudes, etc.). Las áreas de mayor densidad de estos valores patrimoniales se sitúan al norte y sur de Valencia y zonas próximas al núcleo urbano.
La segunda estrategia se centra en los agricultores. Son el factor clave para el mantenimiento de la huerta. Sin ellos, un plan de protección convertiría la huerta en una especie de "parque temático" hortofrutícola. Para garantizar su permanencia en el entorno es necesario un plan agrícola específico que implicaría a más de 26.000 explotaciones. Los expertos abogan por que se mantenga al máximo la propiedad privada y se eviten fórmulas simplistas de subvención o subsidio, sin que por ello se desaprovechen ayudas como las europeas al sector. Los mecanismos para garantizar una renta justa a los labradores son variadas: desde la recuperación del mercado para sus productos y promoción de la agricultura ecológica, hasta la terciarización agraria con actividades que complemente la renta, como el agroturismo, pasando por revisar el tamaño de las explotaciones y profesionalizar el trabajo.
El plan propone además, mecanismos de compensación a los agricultores por sus servicios medioambientales de mantenimiento del paisaje y elementos culturales y patrimoniales, ya que éstos benefician al conjunto de la sociedad. Se les ayudará para promover también restaurantes, tiendas de la huerta y otras actividades, mientras que a los labradores que no quieran seguir cultivando se les proponen acuerdos de cesión para que sus tierras las trabajen entidades de conservación o la Administración. En la huerta de titularidad pública se proponen cesiones a agricultores mediante convenio y huertas urbanas. Al plan agrícola se unirán uno de modernización del riego y un plan de uso turístico-recreativo para dar cabida simultánea a todos los aspectos de revitalización de la huerta.
La tercera estrategia presta su atención a la integración paisajística de las infraestructuras y recomienda enterrar todas las posibles. Si no es factible, se intentará que no creen bolsas aisladas de huerta y en los bordes urbanos con carreteras y ferrocarril se diseñarán paseos peatonales y carriles bici. El estudio apunta medidas de integración al AVE y alternativas a rondas que pretenden atravesar huerta.
A la protección del patrimonio cultural y visual se dedica la cuarta estrategia, con la restauración del patrimonio arquitectónico e hidráulico, caminos históricos etc., además de estudios y trabajos de catalogación y fomento educativo y recreativo.
La quinta estrategia lleva al ciudadano a la huerta a través de un trazado peatonal, vías verdes para disfrutarla a pie, en bicicleta o a caballo, con puntos estratégicos de entrada (portes a l'horta) con información y aparcamientos, actividades recreativas y de turismo rural, sin perder de vistas las actuaciones de concienciación. Para conectar las distintas áreas de huerta se sugieren, además, actuaciones singulares en el entorno del parque natural del Turia, la recuperación del agua en el nuevo cauce para unir el paisaje a L'Albufera y un bosque litoral para unir la huerta de Alboraia y el mar.
- Modelo de protección. No hay tradición en la legislación española de conservación de un espacio antropizado como la huerta en el que es básico mantener la actividad económica de mercado, constata el plan. Las que rigen en parques naturales están pensadas para espacios silvestres y tampoco acaba de encajar la figura del paisaje protegido. La clasificación de suelo no urbanizable de especial protección servirá de momento, aunque no garantiza que en el futuro un cambio de plan general municipal u otro programa de acción autonómico cambie el uso. Por ello, los expertos creen necesaria una ley que arrope a la huerta con una definición que proteja su singularidad más allá de apetencias urbanizadoras de los municipios que, en cualquier caso, tendrán que atenerse al plan. Además de catalogar 27 unidades de paisaje de huerta, el plan avanza una primera zonificación en función de su valor y nivel de protección exigible. Así se establece huerta de protección integral, periurbana con posibilidad de albergar alguna dotación pública, o zonas de transición y vectores de conexión en los bordes urbanos aún en estudio porque hay que buscar la adaptación de los planes urbanísticos municipales a la protección.
Además de la ley de la huerta, será necesario un ente que elabore los planes agrícolas, de modernización de riego y uso turístico-recreativo, y que gestione fondos y ayudas para hacer viable la actividad de la huerta.
- Participación pública. "La versión preliminar del plan está totalmente abierta para trabajarla" con ayuntamientos, entidades y expertos, destaca la directora general del Paisaje, la arquitecta Arancha Muñoz, que ha dirigido y coordinado el estudio. Considera esencial el proceso de consulta pública para lograr una redacción final que involucre a instituciones y ciudadanos en la protección de la huerta. Muñoz califica de "pionero" el plan de participación pública, que prevé una primera fase de consulta y debate -también por Internet-, talleres de paisaje, jornadas, reuniones con expertos, etc. para incorporar los resultados al documento definitivo, que será el que salga a la exposición pública propiamente dicha hacia enero de 2009. Será también el momento de definir la financiación y los presupuestos de las actuaciones.
- Obstáculos. Las primeras opiniones, a falta en la mayoría de los casos de un análisis pormenorizado del documento, apuntan ya a que las previsiones de crecimiento urbanístico de los municipios serán el principal campo de batalla. También las soluciones de integración o mejora de grandes infraestructuras, como el AVE en L'Horta Nord y nuevas rondas de circunvalación serán claves. Con la decisión de aceptar los proyectos aprobados o en tramitación hasta diciembre de 2006, la Generalitat da por perdida una importante superficie de huerta en Catarroja (PP) con las miles de viviendas de Nou Mil.leni -en las que participa la propia consejería-; o en Manises (PP), con el plan de Gran Manises, pegado al parque del Turia. También Torrent prevé unas 10.000 viviendas sobre la huerta del Safranar, la mayoría de protección social. El concejal de Urbanismo, Santiago Martí, del PP, recuerda que el proyecto lo impulsó en 2001 el gobierno socialista. "Ahí se han generado unas expectativas que han llevado al abandono de los cultivos", asegura Martí, partidario de reforzar la protección del resto de huerta pero para quien la expansión de Torrent no tiene otra salida.
Alboraia (PP) es otro de los municipios que no quiere renunciar a ocupar una huerta productiva y de alto valor, en la zona de la Vera, a donde pretende trasladar un centro comercial. Alboraia prevé "la protección de la mayor parte de la huerta", alegan en el Ayuntamiento, enfrentado a los agricultores de la Vera.
Estos planes urbanísticos son los que alimentan el recelo, por ejemplo, de Ferran Gregori, experto en la huerta de la Unió de Llauradors-COAG. Teme que el plan, que aún no ha estudiado a fondo, se quede en "palabrería". Coincide con los expertos en que "una huerta sin agricultor es imposible" y que son necesarios mecanismos "que mantengan la actividad y las rentas". La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) se pronunciará cuando analice el plan con más detalle.
Hacia Valencia se dirigen muchas miradas de desconfianza. El gobierno de la alcaldesa, Rita Barberá, defiende que el nuevo plan general en tramitación se ajusta a la defensa de la huerta, pero lo cierto es que las 400 hectáreas que prevé reclasificar dan bocados sustanciosos a zonas de alto valor que, además, están situadas en puntos estratégicos de conexión de la red del paisaje agrícola, como es el caso de Campanar, el límite con Alboraia, La Punta o el cinturón de pedanías pegadas al nuevo cauce del Turia y los municipios de L'Horta Sud. En la huerta de Faitanar incluso prevé un área industrial.
Esta semana, además, una decisión del Tribunal Superior de Justicia ha contribuido a cuestionar las intenciones del Ayuntamiento y del Consell de proteger los espacios valiosos. La consejería recurrirá, y Barberá lo apoya, una sentencia que anula la posibilidad de construir viviendas y algunos equipamientos en pedanías dentro del parque natural de L'Albufera.
"Yo estoy a favor de que haya una planificación territorial de protección de la huerta", adelanta la alcaldesa socialista de Aldaia, Empar Navarro, que también preside la Mancomunitat de L'Horta Sud. Sin embargo, las reclasificaciones previstas en Valencia, Alboraia, Catarroja o Manises convierten de momento el plan "en una declaración de intenciones con demasiadas dudas", apunta Navarro, que reprocha al Consell que "nunca hace lo que predica". Igual que Aldaia, Picanya destaca por incluir en su plan general una calificación específica de huerta protegida. "Sí al plan", afirma su alcalde, Josep Almenar (PSPV), "pero en todos los municipios". Salvar la huerta exige, en su opinión, un verdadero "gobierno metropolitano" en el que las decisiones no se tomen sólo "desde Valencia".
El debate se anuncia vivo, complejo. La huerta, mientras, espera en la encrucijada a que se elija un camino que pueda rescatarla de la destrucción.
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