La 'mujer burbuja' de Valencia vuelve a casa

Elvira Roda, de 34 años, ya descansa en su casa-refugio en la playa de Alboraia (Valencia). Después de seguir un tratamiento de diez meses en el Environmental Health Center de Dallas, a razón de entre 15.000 y 30.000 euros al mes, esta paciente aquejada de sensibilidad química múltiple en grado extremo -un extraño trastorno ambiental incurable- aterrizó ayer en el aeropuerto de Manises.

"Está muy bien, ni siquiera ha necesitado la máscara para protegerse", comentó ayer su hermano Carmel. Llegó a bordo del reactor que el empresario Francisco Hernando, El Pocero, totalmente preparado para el viaje (asientos cubiertos de papel de aluminio, purificadores de aire), ha puesto a su disposición. Hernando, además, promete pagar un sueldo vitalicio a Elvira, así como la factura del centro estadounidense.

La exposición de Elvira a la ingente variedad de agentes químicos que envuelven la vida cotidiana (el aroma de un perfume, por ejemplo) puede desencadenarle dolores de cabeza, picores de ojos y boca, palpitaciones, cansancio generalizado e incluso problemas cognitivos. De ahí que su familia le haya preparado un entorno protegido en una casa junto a la brisa marina, acondicionada con materiales ecológicos y atestada de acondicionadores de aire.

El síndrome de sensibilidad química múltiple genera una fuerte controversia entre la comunidad científica. Hay quienes niegan su existencia por la variedad de síntomas que presentan los afectados, su dispar intensidad o la imposibilidad de diagnosticarlo a partir de análisis o exploraciones (se recurre a un cuestionario). La OMS no lo reconoce como enfermedad. Santiago Nogué, jefe de Toxicología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona, opina todo lo contrario. Atiende 50 casos nuevos al año y defiende su tratamiento en la sanidad pública: "Una cosa es que no haya cura, pero se puede tratar; no hay que ir a Dallas".