El Partido Democrático se reagrupa en la oposición a Berlusconi
Veltroni anuncia un otoño caliente ante el congreso del centro-izquierda
El regreso de Silvio Berlusconi a su esencia autoritaria y la promulgación de leyes diseñadas para evitar los juicios pendientes parecen haber obrado el milagro. El centro-izquierda italiano, moribundo y dividido tras la apabullante derrota electoral de abril, promete batalla otra vez. Walter Veltroni, líder del Partido Democrático, reunido ayer y hoy en Roma para elegir a sus 120 dirigentes, da por finiquitado el diálogo con el Gobierno y anuncia un otoño caliente, con acciones de protesta en todo el país que culminarán con una "gran manifestación".
Con un discurso de cerca de hora y media, Veltroni trató de devolver el ánimo perdido a sus correligionarios y de recomponer un liderazgo muy discutido. Nacido en noviembre pasado a imagen y semejanza del Partido Demócrata de Estados Unidos, el PD se debate entre tendencias de signo diverso, frontalmente opuestas. A un lado, Massimo D'Alema; al otro, Francesco Rutelli; por encima de ambos, Veltroni. Y de un extremo al otro, verdes, católicos, ex comunistas, socialdemócratas, liberales, ex radicales...
Entre corrientes, críticas y tensiones, el congreso debe servir para buscar un lugar bajo el sol de Europa. D'Alema quiere una nueva alianza con la izquierda radical, hoy fuera del Parlamento, e integrar al PD en el Grupo Socialista Europeo. Rutelli no desea ni oír hablar de "viejas fórmulas" y propone una más imaginativa, aunque exótica: la integración en la Alianza de Demócratas, una red de 50 partidos, entre ellos liberales, demócratas y no alineados de todo el mundo, para que, en Europa, el PD sea un puente entre socialistas y liberales.
Como ejemplo de las dudas posideológicas que aquejan al PD, en la lista de invitados extranjeros a Roma figuran líderes europeos, asiáticos y africanos de inspiración política muy variada, entre los cuales destacan el presidente de Senegal, Abdulaye Wade, e Íñigo Urkullu, presidente del Partido Nacionalista Vasco.
En su discurso, Veltroni subrayó ayer que la identidad del PD es nueva y debe permanecer autónoma, "aunque autonomía no significa soledad y mucho menos puede significar dividirse entre nosotros en grupos distintos que reivindiquen los viejos orígenes".
Veltroni reflexionó sobre el futuro del partido, el país, Europa, la globalización. Afirmó que Berlusconi ha vuelto al pasado, y prometió que el PD no entrará en el juego del "maximalismo y el antiberlusconismo", pero será intransigente sobre las leyes hechas a la medida. Atacó a la derecha por su política populista y xenófoba que criminaliza, dijo, a grupos étnicos y nacionalidades enteras, olvidando quizá que Amnistía Internacional le criticó a él por hacer eso mismo cuando era alcalde de Roma.
La sorpresa llegó cuando los militantes se pusieron de pie durante un inciso, en el que Veltroni citó a Romano Prodi y le pidió que no deje la presidencia del partido. Prodi no sólo no estaba allí, sino que había escrito una carta a Veltroni en la que le recuerda que las razones por las que tomó la decisión, abrir el juego a las nuevas generaciones, "siguen vigentes".
Por lo demás, el malestar es notorio entre las bases. Veltroni habló ante una asamblea poco representativa, ya que en la Feria de Muestras de Roma sólo había 1.200 delegados de los 2.800 electos en las primarias. Los críticos, encabezados por Arturo Parisi, acusaron a Veltroni de presentar una lista única sin dejar sitio al debate democrático.
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