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Francia reduce su Ejército y vuelve al mando de la OTAN

Los militares franceses dejan de ver a sus vecinos como posibles enemigos

Por primera vez en su historia, Francia ya no contempla tener que defenderse de sus vecinos europeos, sino que cuenta con ellos para hacer frente a las amenazas del mundo globalizado. El Libro Blanco sobre la Defensa y la Seguridad Nacional, presentado ayer por el presidente Nicolas Sarkozy frente a una audiencia de 3.000 oficiales, plantea la creación de un sistema de defensa europea articulado en gran parte en torno a la OTAN -a cuyo mando integrado París ha decidido volver-, la decisión estratégica de potenciar los servicios de inteligencia y espionaje, especialmente la vigilancia por medio de satélites y una reestructuración a fondo de las Fuerzas Armadas, que sufrirán una cura de adelgazamiento del orden de 54.000 efectivos, incluyendo personal civil. Las tropas pasan de 261.000 a 225.000.

El eje estratégico se mueve hacia el Este, del Atlántico hacia el Índico
Sarkozy pretende tener 54.000 soldados menos en seis o siete años

El nuevo concepto de defensa considera que el territorio nacional y la población son posibles objetivos de un ataque enemigo, sea terrorista, con misiles balísticos o a través de ataques informáticos. La información y la inteligencia son decisivas, porque otorgan capacidad de anticipación. La dotación destinada a la cobertura del espacio por medio de satélites pasará de 380 millones de euros a más de 700. Francia invertirá también en misiles balísticos -ya los fabrica actualmente- y sistemas de detección. La decisión sobre el segundo portaviones, sin embargo, queda aplazada hasta 2012.

Los expertos militares franceses consideran que el nuevo eje estratégico sobre el que hay que estar presente se mueve hacia el Este, del Atlántico hacia al Índico, configurando una línea que pasa por la nueva base de Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes, frente a Irán, y acaba en Nueva Caledonia, cruzando las bases galas en las islas del Índico. Cambia también radicalmente la política africana. Cesan todos los acuerdos establecidos en la década de 1960, durante el proceso de descolonización, que preveían la "intervención" de las tropas francesas para mantener el orden.

El Libro Blanco configura un giro sustancial en lo que ha sido la tradicional política francesa respecto a la Alianza Atlántica, que supuso, entre otras cosas, abandonar el mando integrado, algo que, con el paso del tiempo ha dado lugar a una extraña situación, ya que París no sólo ha seguido siendo un miembro activo de la OTAN, sino que participa en la mayoría de sus operaciones y tiene incluso un centenar de oficiales trabajando en el mando integrado, en una situación un tanto contradictoria. Francia da por implícitamente cerrado este debate. El Libro Blanco "no marca tanto la integración de Francia en la OTAN, sino la integración de la OTAN en Europa", señalaron fuentes gubernamentales francesas.

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París, sin embargo, exige que se le respeten los llamados "principios gaullistas": independencia completa sobre la force de frappe nuclear; libertad de elección de sus compromisos exteriores, en el sentido de que no existen automatismos, e independencia en todo momento del mando aliado en tiempo de paz. Condiciones que ya se cumplen.

Europa debe tener capacidad para la gestión de crisis, debe racionalizar su industria militar y garantizar la seguridad de sus ciudadanos, incluido el aprovisionamiento energético. El objetivo es disponer de una fuerza de intervención de 60.000 soldados, ya establecido en la reunión de Helsinki.

Sin embargo, a este respecto, el Libro Blanco contempla una reducción de las fuerzas de intervención rápida de los actuales 50.000 a 30.000, si bien fuentes gubernamentales reconocen que ésta es en realidad la cifra real actualmente. Europa, añaden estas fuentes, debería disponer de un total de 60.000 soldados dispuestos a intervenir inmediatamente en caso de crisis. Las Fuerzas Armadas sufrirán una reestructuración en profundidad. El Libro Blanco contempla un adelgazamiento de 54.000 efectivos en los próximos seis o siete años, lo que dejará el total del personal militar en nómina en 225.000 personas; 131.000 para el Ejército de Tierra, 50.000 para la Fuerza Aérea y 44.000 para la Marina. Esto supondrá, a su vez, la reducción y racionalización de las instalaciones militares en el territorio francés -suman más de 450, entre cuarteles y todo tipo de servicios- que pasarán a 80.

Más que ninguna otra de las medidas anunciadas ayer, ésta, la del cierre de numerosas instalaciones, es la políticamente más peligrosa. Se abre ahora una batalla parlamentaria que debe llevar a la promulgación antes de fin de año de la ley que establecerá la programación militar para el periodo 2009-2012, y en la que cada diputado, independientemente de su filiación política, luchará para que los militares no se marchen de su circunscripción y evitar el vacío económico que para muchas localidades esto representa.

Sarkozy, sin embargo, no pudo ser más claro ayer: "El Ejército está para defender la soberanía de la República, no para articular el territorio". Se establecerá un plan de ayudas compensatorias para los lugares más afectados, añadió. Los recursos que se generen de esta reducción de plantilla, que en un primer periodo tendrá un coste considerable, supondrán un aumento de recursos para la modernización del equipamiento militar. En 2012, el presupuesto de Defensa alcanzará los 337.000 millones de euros en valores actuales, de los que 200.000 se destinarán a equipamiento.

Sarkozy observa a un soldado de las fuerzas especiales.
Sarkozy observa a un soldado de las fuerzas especiales.REUTERS

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