Al Qaeda insta a asesinar a un comisario de policía marroquí
El policía maltrató a la mujer de un preso islamista que participaba en una protesta ante la cárcel de Oukacha
El comisario de policía "se llevó aparte a la mujer con su bebé en brazos, la zarandeó y la tiró al suelo con su crío. Ella agarró entonces una pequeña piedra para tirársela pero antes de que pudiera hacerlo el policía la pegó". Karim Selmaoui, fotógrafo de "Al Massae", el principal diario marroquí, relata a este periódico la escena de la que fue testigo junto con otros periodistas.
Medio centenar de esposas de reos islamistas se concentraron, una vez más, el 27 de mayo ante las puertas de la prisión de Oukacha (Casablanca) para pedir mejores cuidados médicos para sus maridos y poder visitarles con más frecuencia. Fatiha Haddad, casada con Said Farres, que cumple una condena de 20 años por los atentados de Casablanca, y su hijo Billal, de 16 meses, formaban parte del grupo. Billal fue concebido durante un "vis à vis".
El comisario que mandaba a las fuerzas de orden público se fijó especialmente en ella por razones desconocidas. Su actuación fue inmortalizada por los reporteros gráficos. Sus fotos, a cara descubierta, aparecieron en portada de varios diarios marroquíes empezando por el popular "Al Massae" y el filosocialista "Al Ahdat Al Magrebi".
"Son fotos simbólicas de un régimen del que nos hubiese gustado que rompiera con el de Hassan II y sus esbirros", escribe, por ejemplo, Khalid Jamai, en el semanario "Le Journal" publicado el sábado en Casablanca. "Los agentes de seguridad actúan así porque saben que su impunidad es total", prosigue. "Los agentes de seguridad saben que están por encima de las leyes".
Acaso estén por "encima de las leyes", pero pueden también ser objeto de amenazas terroristas. La rama magrebí de Al Qaeda publicó el miércoles un comunicado en el que hace un "llamamiento a los jóvenes del Islam" para que "se venguen de cualquier bastardo que atente contra cualquier mujer musulmana honrada". "Hemos visto ( ) a un policía bastardo golpear a una hermana honesta y esas imágenes no fueron tomadas en Guantánamo o Abu Ghraib ni en las cárceles de la ocupación israelí". "Desgraciadamente sucedió en un país musulmán ( )".
Las amenazas debieron de surtir efecto. Poco después el comisario envió a una mujer de su familia a entrevistarse con Abderrahim Mouhtad, el secretario de Ennassir, una asociación benéfica de ayuda a los presos islamistas que acompañó a las mujeres durante su sentada ante las puertas de Oukacha. Su emisaria "nos transmitió el mensaje de si se podía arreglar el asunto, si se le podía perdonar", indica Mouhtad a este corresponsal.
El secretario de Ennasir contactó con Fatiha Haddad y ésta se mostró dispuesta a ser clemente pero puso condiciones. "Debe reconocer su culpabilidad en público y pedir perdón no solo a ella sino a todas las mujeres a las que ha ofendido", explica Mouhtad. Al acabar la semana el comisario no había dado aún ese paso.
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