Más allá de las siglas
Cuando el análisis político fracasa, hay que acudir a la psicología. Quizá esta disciplina tiene las claves que expliquen por qué ha sido posible con Markel Olano, un diputado general de corte marcadamente soberanista y reacio al acuerdo con el PSE, el entendimiento que Odón Elorza no logró con sus antecesores, Joxe Joan González de Txabarri y Román Sudupe, de la rama más pragmática del PNV. En cualquier caso, es positivo que la ideología no impida la colaboración entre Diputación y Ayuntamiento, y que no se tome a los ciudadanos como rehenes de la incompatibilidad de egos de sus dirigentes.
La rivalidad entre las ciudades y las villas tiene una larga tradición en las provincias vascas, pero resulta un anacronismo prolongarlo a estas alturas a través de una pugna de instituciones. Barcelona y Cataluña todavía están pagando el gravoso coste del asedio de la Generalitat nacionalista a la capital gobernada por el socialismo. San Sebastián es cada vez más Guipúzcoa, y viceversa, por lo que serán los guipuzcoanos en su conjunto quienes se beneficien de las infraestructuras y servicios que se van a impulsar en la capital.
El acuerdo representa, ante todo, un triunfo de la responsabilidad y del sentido común, aunque políticamente nada cambia. Odón Elorza sale reforzado con él, pero es en el socialismo vasco un personaje exótico cuya proyección termina en los límites de la capital. Y no parece probable que el egibarista Markel Olano vaya a optar ahora por el PSE a la hora de buscar los apoyos que necesita para gobernar.
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