El legado intelectual de Henrike Knörr vuelve a primer plano

"Éste no será el último acto en memoria de Henrike Knörr". El presidente de Euskaltzaindia, Andrés Urrutia, inició con estas palabras el homenaje que la Feria del Libro de Bilbao tributó ayer al lingüista y académico muerto el pasado mes de abril. No será el último, pero sí uno de los más emotivos de los desarrollados hasta ahora. Fue el propio responsable de la Academia de la Lengua Vasca quien entregó a Eneko Knörr, hijo del fallecido, un retrato de su padre ofrecido por la Cámara del Libro de Euskadi y firmado por el pintor Ramón Zumalabe.

Todo ocurrió bajo la atenta mirada de la viuda del académico, Txari Santiago, visiblemente emocionada. Junto a ella se hallaban algunos de los miembros más veteranos de Euskaltzaindia, entre otros José Luis Lizundia y José Antonio Arana-Martija. Con ambos compartió el homenajeado muchas horas de estudio e investigación.

Urrutia también presentó una pequeña publicación dedicada a la memoria de Knörr. En ella, el lector puede acceder a su biografía, junto con un artículo sobre el escritor Robert Laxalt firmado por el propio académico y varias notas a título póstumo de personalidades de la cultura como Bernardo Atxaga o los lingüistas Joaquín Gorrotxategi y Joseba Lakarra.

Euskaltzaindia tiene previsto dedicar una obra más extensa a la memoria de Knörr. Será en concreto el próximo tomo de la colección Iker, cuyo anterior número recogió el legado intelectual de Jean Haritschelhar, presidente de la institución académica entre 1990 y 2004.

La jornada en el recinto ferial tuvo otros dos protagonistas. El primero fue el escritor y religioso vizcaíno Gregorio Arrien (Kortezubi, 1936), quien recibió la Pluma de Oro otorgada por los responsables de la cita literaria. "Es un gran honor para mí. No olvidaré fácilmente este día", dijo el homenajeado.

Nacido poco después del estallido de la guerra civil, Arrien dedicó años al estudio de lo que denomina "la emigración política", el éxodo de los miles de niños vascos que fueron enviados al extranjero por sus familias, en un intento de protegerles de la contienda. A raíz de esta labor, animó a aquellos exiliados a asociarse e impulsó numerosos encuentros con los que no pudieron regresar a sus casas.

Euskaltzaindia también presentó el nuevo número de la revista Euskera, dedicada al análisis de la novela Leturiaren egunkari ezkutua, de José Luis Álvarez Enparantza, Txilladergi, de cuya publicación se cumplió el año pasado medio siglo.

La obra está considerada como la primera novela moderna en euskera, como Urrutia recordó en su alocución. Por ello, la UPV le dedicó uno de sus cursos de verano del año pasado, cuyas ponencias recoge la revista.