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LA CALLE | No funciona
Columna
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Desatención ciudadana

Con frecuencia, los representantes de las administraciones públicas se preguntan por qué los ciudadanos prefieren quejarse ante los medios de comunicación que ante los empleados públicos. La respuesta es bastante obvia: la Administración, en muchísimas ocasiones, no les hace ni caso, cuando no ocurre que les desprecia o les sugiere caminos que no llevan más que al agotamiento.

M. G. B explica su caso: va por la calle (La Rambla, en Barcelona) y encuentra una acera ocupada por las mesas de un bar: hasta 28 ha contado este diario. Observa, dice, que han aumentado respecto a días anteriores y, en su opinión, dificultan el paso del peatón. Para ser precisos: entre el último obstáculo y el borde de un monumento hay seis losetas (1,20 metros). Le pide al encargado del bar que le muestre el permiso municipal (el Ayuntamiento, siempre atento a los derechos del ciudadano, no ha previsto que esté en lugar visible) y el encargado se niega. Acude "al cuartelillo de la Guardia Urbana". Un agente le sugiere que es mejor que llame al 092. Llama al 092. Le dicen que se pase por el distrito. Es decir, en tiempos de ventanilla única para según qué gestiones municipales, sigue sin haber una interconexión de teléfonos municipales. Por no hablar de la falta de colaboración del primer guardia, que se guió por una máxima operativa: es mejor no hacer nada que complicarse la vida. El sueldo llega igual, sobre todo en la Administración pública.

El distrito de Ciutat Vella señala que el bar en cuestión tiene todos los permisos en regla. El portavoz añade que queda paso de sobra porque caben "dos personas a la vez". Además indica que hay un "teléfono del civismo", que es el 900 226 226, número que el guardia, por lo visto, desconocía.

La lectora se quejaba de otro local en una plaza del mismo distrito. La respuesta es idéntica: el Ayuntamiento ha dado permiso, contra el pago correspondiente de la tasa estipulada, para que una empresa privada ocupe ese espacio público. Queda sitio para las personas, caben de dos en dos. Nadie añadió esta vez que por encima de ese número deben dispersarse.

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