Las calles están para reírse en ellas

La novena Umore Azoka, la Feria de Artistas Callejeros del Humor que se desarrolla desde el jueves en 15 espacios de Leioa, cruza su particular ecuador y se dispone a vivir sus dos últimas jornadas con una oferta de 50 representaciones en la que destaca el estreno de cinco espectáculos. Hoy presentarán novedades Zanguango (Tocata y fuga -en fu remol-), Teatro de la Saca (Gaitana), Organik (Malditas), Hortzmuga (Superplast) y Malas Compañías (Ukelele jauna), y sólo habrá que pagar por contemplar en Kultur Leioa C'est la vie, o cómo sobrevivir a Edith Piaf, de Compañía de Repertorio Contemporáneo. La amplia selección de actores, clowns, bailarines, malabaristas, músicos y títeres reunida pondrá igual empeño en agradar al público que en convencer a los más de 150 programadores invitados por la organización de una cita en que toman parte 47 compañías de 12 países.

Nuevas canciones de Supagroup, Junkyard, Hammill y Flogging Molly

El Victoria Eugenia se ha aliado con el Ballet Biarritz para afrontar su primera coproducción. El resultado es El retrato de la infanta y El amor brujo, dos coreografías planteadas por Thierry Malandain como diálogo entre arte contemporáneo y patrimonio artístico. La primera recupera Pavana para una infanta difunta, Alborada del gracioso y Rapsodia española, tres piezas de Ravel, pero más llama la atención una estética inspirada en la obra del escultor valenciano Manolo Valdés y en la "fuerza escenográfica" de su reinterpretación de Las meninas de Velázquez.

El Cloud Gate Dance Theatre of Taiwan escenifica un montaje con coreografías de Lin Hwai-min basadas en técnicas de tai chi, tao yin y selecciones de las seis suites para chelo de Bach. Moon water, el título de esa representación, alude a un proverbio budista y a una frase que describe el estado ideal de los practicantes del tai chi: "La energía fluye como el agua, mientras el espíritu brilla como la luna". Esa suerte de sosegado arte marcial, que busca el equilibrio interior y la liberación de energía, supone el elemento fundamental de una producción que se planteó como lectura poética de la filosofía taoísta y aúna música, danza contemporánea, espiritualidad, meditación y estética oriental. La compañía visita Euskadi por vez primera.

No es el caso de Peter Hammill, músico londinense que, por ejemplo, actuó el pasado año en el Jazzaldia donostiarra al frente del grupo de rock progresivo con el que se dio a conocer, Van der Graaf Generator. Esta vez regresa con la única compañía de su teclado y su guitarra. Presentará Singularity, última entrega de una trayectoria en solitario guiada por el convencimiento de que "una canción no debe ser didáctica. Debe tener agujeros en los que el oyente pueda insertar su propia comprensión y experiencia".

Los aficionados al rock más clásico y directo disfrutarán con las actuaciones de Supagroup y Junkyard. Pese a que esta semana Benji Lee, cantante de Supagroup, subió a un escenario barcelonés con un sobrio atril, el grupo estadounidense es un claro exponente de la vigencia del hard rock que triunfó en los años setenta y del culto a las guitarras eléctricas. La influencia de bandas como Hellacopters y AC/DC resulta nítida en su producción, un dechado de rock and roll corajudo. Su último disco es Fire for hire.

Junkyard, por su parte, es una banda de sleaze rock, estilo rocanrolero con una estética próxima al heavy, creada en 1988. Tres años después llegó su pronta separación, con dos álbumes en el mercado, y sus miembros siguieron caminos separados en grupos como Dogs D'Amour y Catfish. En 2000 se reunieron de nuevo y ya han grabado otros dos discos. Actualmente promocionan Put it on 10 and pull the knob.

La música tradicional irlandesa es la principal influencia de Flogging Molly, aunque el septeto californiano la ejecuta con ánimo festivo y un espíritu cercano al punk. Para ello encuentra inspiración en el legado de colegas como The Pogues y une instrumentos característicos del rock y del folk. El resultado, claramente enérgico y bailable, se puede apreciar en Float, su sexto trabajo.

Adolfo Marsillach cobró buena parte de su fama a principios de los años sesenta, cuando protagonizó series de televisión como ¡Silencio... vivimos! Sus guiones, recuperados, adaptados y fundidos por Paco Mir, forman ahora la base de una producción dirigida por Josep María Mestres e interpretada por Sergio Torricos, Carlos Heredia, Laura Domínguez y Gracia Olayo. Los cuatro dan vida a Marsillach y a sus personajes al repasar ante el público los momentos cruciales o difíciles a los que se tiene que enfrentar una persona durante su existencia. ¿Tiene sentido retomar esas ocurrencias cuatro décadas después, cuando la sociedad española ha experimentado tantos cambios profundos en todo tipo de ámbitos? Mestres defiende que sí y subraya la vigencia de unas ideas que en tiempos de la tele en blanco y negro fueron "nuevas y un poco progresistas en cuanto a la forma y al concepto". Además, recuerda: "Los seres humanos siempre tenemos las mismas necesidades".

Bota patsa permite comprobar la auténtica valía como actores de Iker Galarza y Joseba Usabiaga, dos intérpretes que han ganado popularidad con su participación en series y programas de televisión de tanto éxito como Vaya semanita o Goenkale. Ambos dan vida en Bota patsa a un hombre de negocios y a un artista en ciernes que sudan codo a codo en un gimnasio, donde debaten sobre los esfuerzos a realizar para alcanzar logros en esta vida y, pese a sus muchas diferencias, queda clara su afición común por comprar y cantar.