Obama, dispuesto a negociar con Cuba
Representantes del exilio "participarán en las conversaciones", dice el candidato
El candidato demócrata a la presidencia de EE UU Barack Obama se comprometió ayer a negociar con el régimen cubano "sin precondiciones" y a participar personalmente en esa negociación "si eso sirve para hacer avanzar la causa de la libertad y la democracia" en Cuba. Obama dijo que "es hora de hacer algo más que decir duras palabras que nunca dan resultados", y prometió que, aunque mantendrá por ahora el embargo, tomará medidas que permitan al exilio cubano tener más protagonismo en su país.
Tan importante como lo que Obama dijo ayer en Miami -el cambio de una política que ha durado medio siglo- es donde lo dijo: en una comida de la Fundación Nacional Cubano Americana, el principal grupo del exilio, antiguo reducto de intransigencia contra La Habana. Ningún candidato demócrata lo había hecho antes.
El senador se reúne en Miami con la más férrea oposición a Castro
"Nunca descartaré una iniciativa para hacer avanzar la causa de la libertad"
"Nunca negociaré la causa de la libertad", manifestó Obama, "pero nunca descartaré una iniciativa que pueda hacer avanzar la causa de la libertad". "Es tiempo de una diplomacia directa, con amigos y con enemigos, sin precondiciones. Habrá cuidadosas preparaciones. Fijaremos una agenda. Y, como presidente, yo estaré dispuesto a encabezar esa diplomacia en el momento y en el lugar que yo elija". Obama añadió ante una audiencia conservadora, esencialmente republicana y, por lo general, bastante perpleja, que representantes del exilio "participarán en esas conversaciones", que "sólo ocurrirán cuando tengamos la oportunidad de obtener progresos".
Para desbrozar el camino ante esas posibles negociaciones, Obama anunció que, sin suspender el embargo económico vigente desde hace décadas, planteará a Raúl Castro la siguiente oferta: "Si dan pasos significativos hacia la democracia, empezando por la liberación de los presos políticos, nosotros daremos pasos para la normalización de las relaciones diplomáticas".
El candidato demócrata anunció que, mientras tanto, levantará de forma inmediata e ilimitada las restricciones a los viajes de cubanos americanos a su país y el envío de dinero a sus familiares. "Es hora de que el dinero de los cubanos americanos haga a sus familias menos dependientes del régimen", declaró.
Estas iniciativas constituyen un marcado contraste con la posición que esta misma semana expuso también en Miami el candidato republicano, John McCain, quien defendió el mantenimiento de toda la presión sobre La Habana con el añadido de procurar el procesamiento de los principales dirigentes del régimen. Obama subrayó ayer que la postura de McCain es "el camino fácil". "Lo fácil", añadió, "es venir aquí cada cuatro años, decir cosas muy firmes y luego nada cambia en Cuba". "Es hora de una nueva estrategia", aseguró.
Un elemento destacado de esa nueva estrategia es la de procurar cambios en Cuba de forma escalonada. McCain presentó el martes la plataforma completa de una democracia -liberación de presos, legalización de partidos, derechos ciudadanos y elecciones libres- como condición para la normalización de relaciones. Obama plantea las elecciones como una meta y sólo parece marcar como mínima concesión inicial de parte de Cuba la liberación de los presos políticos.
Para el régimen cubano, envuelto en una dificilísima fase de transición, Obama plantea un reto impresionante pero difícil de rechazar. Para el millón de cubanos residentes en EE UU es también una apuesta revolucionaria e histórica. El mismo acto de ayer es la prueba de las transformaciones que se han producido o se están produciendo en estos momentos. Nuevos cubanos llegados de la isla, más angustiados por la economía que por la política, y nuevas generaciones de cubanos americanos nacidos aquí y ajenos a los viejos litigios están transformando el panorama ideológico del exilio. Los más radicales siguen manteniendo fuertes posiciones en algunas emisoras de radio y en los cafés de la Pequeña Habana, pero una nueva clase política moderada se abre paso en las calles de Hialeah y en las universidades del sur de Florida.
Eso tiene, por supuesto, sus consecuencias en la política. Por primera vez en la historia, en dos de los tres escaños en la Cámara de Representantes de EE UU por los distritos cubanos de esta región existen serias posibilidades de que candidatos demócratas derroten en las elecciones de noviembre a los dos republicanos eternos en esos cargos, los hermanos Lincoln y Mario Díaz Balart.
Los cubanos no son en este Estado sólo un gran manantial de votos, alrededor de un 7%. Son también una significativa fuente de dinero. Muchos han hecho importantes fortunas durante el exilio y han aprendido el mecanismo del sistema norteamericano de utilizar el dinero como instrumento de influencia política.
Obama participó el jueves en un acto de recolección de fondos -mil dólares por cubierto- en Miami Beach, organizado por el lobbysta demócrata cubano Freddy Balsera.
"Creo que estamos ante un cambio de ciclo político entre los cubanos. Creo que las posibilidades de los candidatos demócratas han mejorado muchísimo y que Obama puede conseguir un buen porcentaje del voto cubano americano", opina Balsera.
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