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A la espera de la nueva Fe

Expectación y reservas en el barrio valenciano de Malilla ante el futuro hospital

El nuevo hospital La Fe ya deja ver su contorno. Sin embargo, el futuro centro sanitario de referencia todavía habrá de esperar para entrar en funcionamiento, el primer trimestre de 2010 según la última previsión facilitada por el consejero de Sanidad Manuel Cervera. Mientras, los vecinos de Malilla, el barrio de acogida, esperan ese momento con una mezcla de expectación por el impacto económico y de prevención ante las posibles molestias de ruido y delincuencia derivadas de la convivencia con la nueva Fe.

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En lo que todos coinciden es en las buenas perspectivas de un barrio con cerca ya de 30.000 habitantes, censo engordado por la inmigración, que los vecinos definen como "tranquilo" y que presenta numerosas carencias urbanísticas, de servicios y de comunicaciones. Malilla nació como barriada de inmigrantes al albur del Plan Sur y ha sido una zona aislada y encajonada por el triángulo formado entre las vías del tren, el cauce del río Turia y la avenida de Ausiàs March. Pero ahora comienza a abrirse a la ciudad con la apertura del Bulevar Sur y con la propia construcción de la Fe.

La primera expectativa tiene que ver con el trajín y el movimiento de personas. Santos Torres, dueño de un bar a punto de jubilarse, dice que económicamente "la construcción del hospital se tiene que notar". "Aunque yo no lo veré, aquí va a venir muchísima gente", añade, y comenta que el primer síntoma fue la llegada de obreros para la construcción de la estructura del edificio. Torres destaca que la apertura de vías de comunicación "dará fácil acceso al barrio". Cristina, su hija, no se hace grandes planteamientos: "Malo no va a ser. Todo lo que sea construir un hospital y mejorar el servicio sanitaria es bueno".

A otro nivel, la puesta en marcha de La Fe se espera que dinamice el mercado inmobiliario. Julia Carrillo, propietaria de una inmobiliaria "de barrio", ratifica que el futuro hospital "ha revalorizado la zona" y recuerda que desde que se anunció "los precios de los pisos han subido en proporción más que en otros barrios: estaba por debajo de la media, hace cuatro o cinco años, y ahora está un poco por encima". Carrillo espera que el hospital atraiga compradores e inquilinos. Pero todavía no hay movimiento. "Actualmente no tenemos demandas del futuro personal sanitario, pero es pronto. Al hospital todavía le falta un poquito", dice esperanzada.

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Antes de La Fe, la fisonomía de Malilla ya estaba en proceso de transformación. "Este era un barrio mal considerado, hubo épocas muy malas, pero ahora viene gente a vivir aquí. De hecho, éste era un barrio obrero en el que los hijos nos hemos quedado a vivir", apunta Pepa Mocholí, empleada de la inmobiliaria que tiene a gala ser "hija de ferroviarios". Y quizá porque el barrio está cobrando vida propia al margen de La Fe, se mira con reservas al coloso. "El hospital también tiene la contrapartida de los ruidos, las ambulancias, los helicópteros... Para mí que la opinión del barrio está dividida a la mitad", apunta. De hecho, no es difícil encontrar personas que se expresen en ese sentido. Vicenta García, propietaria de un estanco, dice que "seguro que habrá movimiento" y espera que el hospital sirva para mejorar las comunicaciones del barrio -la parada de metro más cercana está en Jesús-, pero también muestra sus reservas por el hecho de que Malilla pueda ser zona de paso de ambulancias e incide en la posible inseguridad generada por el hospital, que en su opinión atraerá problemas de prostitución y de delincuencia: "Por la noche todos los gatos son pardos y aquello será una auténtica ciudad".

La presidenta de la Asociación de Vecinos de Malilla, Melania Castelló, ordena la cuestión. "Al principio estábamos un poco a la expectativa, porque un hospital podía comportar problemas de ruidos, pero nos dimos cuenta de que la gente, casi sin excepción, estaba contenta", explica sobre el inicio del proyecto. A propósito del impacto acústico, Castelló dice que la administración "ha dado garantías de que Malilla no será zona de paso, sino que el tránsito de las ambulancias será por el Bulevar y por Ausiàs March". "La Fe, en definitiva, traerá cosas buenas y malas", resume. A la dirigente vecinal le preocupan más las carencias actuales y espera que mejore la comunicación con autobús, que se solucione la precaria situación de alcantarillado y que se ejecute un centro polideportivo, una promesa largamente aplazada y que los vecinos reprocharon a Rita Barberá en una reciente visita a Malilla de la alcaldesa. Castelló piensa que no sólo La Fe cambiará la fisonomía del barrio, "sino también otras actuaciones como el soterramiento de las vías del AVE y la construcción del Parque Central". "El barrio estaba abandonado, pero parece que ya se está haciendo algo", concluye.

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