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Columna
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Maquillaje clínico

He ido siguiendo durante la semana las detalladas crónicas de Javier Martín-Arroyo en estas páginas a propósito de cómo funcionaban las listas de espera en uno de los hospitales más grandes de Andalucía, en Granada, el Virgen de las Nieves, que debe de ser una de las entidades con más trabajadores de la provincia y de la región. Y lo que he visto es cómo reacciona el poder siempre, a cualquier nivel y en cualquier sitio, en cuanto alguien pone en duda el funcionamiento de la máquina administrativa. El caso afecta a la salud, a los enfermos que esperan el quirófano sin urgencia. Según norma de la Junta, si la operación se demorara más de 180 días, el paciente no atendido pasaría a alguna clínica privada, a cargo de los fondos públicos.

Pocas veces se da esa circunstancia, porque la Administración ha descubierto el atajo entre la promesa y la realidad: el maquillaje de la realidad bruta para que se ajuste a la realidad oficial, es decir, a la propaganda. En Granada, cuando estaba a punto de cumplirse el plazo, a los 178 días de espera, "se paraba el reloj", dice un médico. El enfermo era sometido a nuevos exámenes que no llegaban a existir. Se cambiaban las fechas del historial clínico. Se revisaba el diagnóstico. Se apretaba una tecla del ordenador, o no se apretaba. No se imprimía "el documento Anexo III del Facultativo" (la burocracia tiene caminos difícilmente descifrables). Se daba por hecha la operación nunca hecha. El reloj de los 180 días volvía a contar desde cero.

La autoridad posee mando sobre el tiempo, hasta en el más ínfimo peldaño del escalafón funcionarial, que indica al ciudadano que vuelva mañana o espere hoy ante un mostrador interminablemente vacío. Ya se le llamará. El manejo de las listas de espera empieza antes de que el paciente figure en la lista de los que esperan, lista que quizá esté cerrada en ese momento. La médica que ha revelado el caso granadino sabe de listas de espera. Fue responsable de las listas de espera de su hospital 14 años. Ha denunciado la manipulación de las listas 11 veces en el último año y medio. Se dirigió a responsables del hospital. Se dirigió a la dirección médica del Servicio Andaluz de Salud en Sevilla, donde le indicaron que se dirigiera a los responsables del hospital, según la lógica pesadillesca de que el inferior que se queja de las injusticias de un superior debe ser sometido al criterio de ese mismo superior. Escribió a la consejera de Sanidad, que no contestó. La inaccesibilidad del mando supremo es muy recomendable para su prestigio y supervivencia. La médica acudió al fiscal, que ahora investiga un posible caso de falsedad y coacciones.

Me contaba un señor de un pueblo entre Málaga y Granada el consejo que le dio su padre sobre cómo entenderse con la autoridad en los años del franquismo: "Tú, ni te señales ni te escondas". La médica del Hospital Virgen de las Nieves se señaló. Cayó en desgracia en el trabajo. Ceñirse a las normas, no querer arreglar las listas, "me ha proporcionado no pocos agravios y todo tipo de represalias", le escribió a la consejera. Fue acusada de no colaborar en el funcionamiento del hospital, y quizá fuera acusada de buena fe, pues entendidos en la materia me comentan que el manejo de las listas de espera es lo normal. La dirección del hospital consideró a la denunciante parte de una campaña de desprestigio por motivos políticos y discrepancias personales, usando así todos los tópicos con que los jefes suelen manchar a quienes los critican.

La máxima autoridad de la Consejería de Salud, imperturbable, no entiende a quienes hablan de manipulaciones. Les achaca oportunismo y desconocimiento. "Las listas no tienen ni trampa ni cartón", dice. Pero el director médico, tres subdirectores, seis jefes de servicio y 16 médicos más, el pleno de la Junta Facultativa del hospital, respaldan, según contaba el jueves Javier Martín-Arroyo, los argumentos de la médica denunciante.

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