El choque con San Gil refuerza al polo anti-Rajoy que amenaza al líder del PP
Olivia Bandrés, mano derecha de la dirigente vasca, se ha negado a firmar el aval para su presidente
Cada vez más dirigentes del PP, especialmente en el entorno del líder, Mariano Rajoy, empiezan a tener claro que la crisis provocada por el portazo de María San Gil tendrá mucho recorrido. La ponencia política -cuyo contenido es más duro que nunca contra los nacionalistas- empieza a parecer a este grupo más bien una excusa que aglutina a un polo creciente de anti-marianistas.
"Si no hay candidatura alternativa es porque no hay candidato, al menos de momento, pero el caldo de cultivo está claro, el partido está dividido", sentencia un relevante diputado, en una tesis muy extendida ayer en los pasillos del Congreso habitados por populares, donde se vive con enorme preocupación la deriva de la situación interna y, obviamente, no se habla de otra cosa.
El presidente pide a los dirigentes que no hablen "ni se metan en líos"
La dirección confía en que San Gil rectifique. No lo hará, dice su entorno
El círculo de Rajoy ve a Mayor detrás de una conspiración para derribarle
Detrás de San Gil, asume el equipo de Rajoy, está Jaime Mayor, que ayer ejerció de portavoz de la presidenta vasca y realizó unas durísimas declaraciones contra el líder: "En mi partido hay quienes realmente quieren cambiar la estrategia. María y yo y otras muchas personas vamos a dar la batalla. El PP tiene que decidir entre rendición o resistencia. Yo apuesto por la resistencia" frente a los nacionalistas.
En el entorno de Rajoy se da por hecho que Mayor está no sólo detrás de la dirigente vasca sino que encabeza una conspiración para derribar al líder. Con el apoyo de medios conservadores como la Cope y El Mundo, sostienen los marianistas, este grupo pretende debilitar el liderazgo de Rajoy e incluso forzarlo a dimitir, algo que no va a suceder en ningún caso, señalan los que han hablado con él estos días.
San Gil se ha unido así al polo de los enemigos de Rajoy, liderados por Esperanza Aguirre, y en el que muchos empiezan a colocar a Ángel Acebes y todo el aznarismo, desplazado del poder en el nuevo PP.
La distancia entre la dirigente vasca y el líder ha quedado en evidencia ahora, sobre todo después de la conversación que ambos mantuvieron el lunes en la que él no logró convencerla de que rectificara ni siquiera después de demostrarle que la ponencia ha quedado al final tal como ella la redactó.
Sin embargo, hay un dato que demuestra que esa distancia viene de lejos. La jefa de gabinete de San Gil, Olivia Bandrés -hija de Juan Mari Bandrés, ex líder de Euskadiko Ezkerra-, su auténtica mano derecha, se ha negado a firmar el aval de Rajoy para el congreso de junio. A Bandrés, compromisaria guipuzcoana, el gerente de su sede provincial le solicitó la firma hace dos semanas, como han hecho los gerentes en toda España para enfado de algunos dirigentes. San Gil, que públicamente ha mostrado su apoyo a Rajoy, sí firmó el aval, pero su mano derecha se negó. Bandrés confirmó ayer a EL PAÍS este extremo en conversación telefónica, aunque no quiso hacer ningún tipo de declaración.
Este dato de la persona de máxima confianza de San Gil muestra hasta qué punto llega la distancia entre el mundo de la presidenta vasca y el del líder del PP. Rajoy sigue confiando, sin embargo, en la posibilidad de que San Gil rectifique, aunque ya ha anulado el acto que tenía previsto con ella el jueves en Bilbao porque San Gil ha pedido unos días para reflexionar. Ella comparecerá públicamente en breve, señalan en su entorno, para explicar su posición, pero en ningún caso para rectificar. No es un problema con el texto, sino de desconfianza en Rajoy y en el nuevo PP que está diseñando.
El líder, mientras tanto, ha ordenado a los suyos que no hablen para no fomentar la batalla interna. "A todos los que me preguntan les digo que no hablen de esto, que no se metan en líos. Yo estoy bien, con responsabilidad. Pero soy el presidente del partido y no puedo estar respondiendo a todo lo que pasa y lo que pudiera pasar", sentenció en una conversación informal con periodistas en el Congreso.
Rajoy, con rostro de gran preocupación y abatimiento, trató de quitar hierro con alguna ironía de las suyas: "Bueno, ya sólo queda la mitad de lo que quedaba", señaló en referencia al tiempo que ha transcurrido desde que se convocó el congreso.
Sin embargo, el acoso al líder es casi diario. Además de Jaime Mayor, especialmente agresivo con su presidente, ayer reaparecieron Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid y mano derecha de Esperanza Aguirre. Señaló que "no hay que parecerse al PSOE para pactar con los nacionalistas", ya que se pueden lograr acuerdos con ellos dentro del marco constitucional "y no sobre otras cuestiones fundamentales sólo por tener el poder".
Dos personas cercanas al líder como Jorge Moragas y Esteban González Pons, que están en todas las quinielas como miembros de su equipo, sólo tuvieron buenas palabras para San Gil. De hecho, ayer se llegó al absurdo de que los otros dos miembros de la ponencia política, Alicia Sánchez Camacho y José Manuel Soria, mostraron su apoyo y respeto a la decisión "personal" de San Gil de no firmar el texto después de insistir varias veces en que el documento estaba "consensuado al cien por cien con ella".
Mientras, algunos en el PP vasco, especialmente los alaveses, comienzan a decir en voz baja que San Gil debe rectificar o dejar paso a otro liderazgo.
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