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Reportaje:Aulas

La policía entra en las aulas

Agentes ofrecen charlas a los adolescentes para prevenir la violencia

"A ver, Paula, ¿qué chica ha sido la última a la que has pegado?". Con esta broma a viva voz, el inspector del Cuerpo Nacional de Policía Faustino Pretel se gana al instante el favor de los cerca de 80 adolescentes quinceañeros que siguen entre risitas y murmullos su charla en el colegio El Limonar de Málaga. Pretel es delegado de Participación Ciudadana de la Comisaría de Málaga y desde hace unos meses recorre cada semana varios centros educativos para ofrecer charlas a los alumnos en las que se abordan temas que les tocan muy de cerca y cuyas consecuencias pueden acarrearles más de un serio disgusto.

Pretel es la cabeza visible del Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad Escolar en Málaga que activó el Gobierno central el pasado año y en el que colaboran al unísono los ministerios de Interior y Educación. Su aspecto bonachón y su discurso amable pero directo ayudan a que los estudiantes se muestren algo más relajados ante su presencia en traje de faena, placa incluida. La idea de este plan es acercar a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a los más jóvenes, que no sólo vean en ellos a la autoridad represora, sino también su faceta de servicio público, de auxilio a las personas. Para ello, Pretel se presenta animoso, sabedor de que captar la atención de tantos adolescentes en plena revolución hormonal no es tarea fácil. Cuenta con la ayuda de las nuevas tecnologías, idioma que le acerca de forma inmediata a los estudiantes.

El plan especial aborda tres campos de trabajo: la violencia, el tráfico de drogas y los delitos tecnológicos. La charla a estos alumnos del colegio El Limonar comienza por el primer apartado. No obstante, Pretel les muestra un video que recoge las consecuencias que acarrean diversos comportamientos propios de su edad, como el acoso escolar, el menudeo y consumo de drogas o los pequeños hurtos, entre otros. Hilvanado como si se tratase de un vídeo musical, surte efecto. Los chicos lo visionan sin rechistar. Tras el vídeo, el inspector analiza cada uno de los temas que ha tratado con los alumnos, abriendo un debate en torno a la violencia en general.

Agresiones en el hogar

De nuevo inquiere a Paula. "¿Hace mucho que se produjo la última pelea en el colegio?". "No, hace poco tiempo", contesta la alumna. Esta afirmación le da pie para explicarles cómo evitar los comportamientos violentos tanto en su entorno escolar como familiar, algo esto último que preocupa a las autoridades por la alarmante escalada de casos de agresiones en el hogar que son protagonizados por los menores. "La violencia es un hecho que se produce y que hay que saber canalizar. El ser humano es agresivo por naturaleza, pero la violencia no es natural. Obedece a una conducta, que a su vez es consecuencia de una insatisfacción. Se responde violentamente por incultura, por mala educación o por una sensación de inferioridad", explica Pretel a los chicos.

"Cometer un acto delictivo no sale gratis", añade el inspector ante las dudas de Pablo, un alumno que se muestra contrariado por los castigos tan dispares que llevan aparejados algunos delitos. "Vivimos una época en que la sociedad demanda el éxito inmediato y si no se consigue, puede llevar a situaciones de frustración que deriven en la violencia. A los jóvenes se les da una educación muy permisiva, sus niveles de responsabilidad son muy bajos, no se les permite conocer la frustración, algo necesario para formar la personalidad, y por el contrario, se les da todo lo que piden", radiografía Pretel sobre los adolescentes actuales.

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"Los adolescentes no tienen capacidad para medir la repercusión de sus acciones violentas", afirma, refiriéndose a lo que los psicólogos han definido como el síndrome del Emperador, esto es, jóvenes que han perdido, de forma general, el desarrollo del compromiso moral y del sentimiento de culpa, algo que produce unos efectos catastróficos en aquellos que tienen dificultades para un buen aprendizaje de los principios morales y puede convertirlos en personas violentas y maltratadoras.

Tras abordar el capítulo de la violencia, llega el turno de hablar sobre los efectos del consumo de drogas y de otro asunto en el que los menores pueden ser víctimas o autores: los delitos tecnológicos. Los alumnos siguen con atención la charla hasta el final. Pretel ha logrado mantener su atención con ejemplos gráficos y participativos. Esta semana y hasta final del curso volverá a repetir en otros colegios, en aquellos que profesores, padres y alumnos hayan demandado participar en este plan especial y necesario.

El fracaso de los menores conflictivos

Estas charlas preventivas que brinda el Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad Escolar responden a una realidad. La que dice que cada vez son más los menores malagueños implicados en casos de agresiones violentas, actos que cometen en su entorno familiar y que se sitúan como el segundo delito más frecuente cometido por éstos (20%), tras el robo con intimidación.

Así lo revelan los datos de Alternativa al Menor, que gestiona el centro de día Almedina de la Delegación de Justicia. Esta asociación fue creada para el cumplimiento de las medidas que los jueces imponen a los menores. El perfil del menor conflictivo es el de un varón en torno a los 18 años (80%), con fracaso escolar, y proveniente de zonas de la ciudad donde reside la clase obrera y la clase media acomodada.

De hecho, la pasada semana, el Ayuntamiento de Málaga firmó un nuevo convenio para abordar este problema en una de las zonas más habitadas de la capital, el barrio de San Andrés, a petición de los propios vecinos. Este plan para combatir la violencia en el hogar trabajará especialmente en solucionar los problemas surgidos en familias con adolescentes. Se beneficiarán unas 300 familias de la zona a través de dos herramientas sociales: una escuela de padres con hijos adolescentes conflictivos y un grupo de resolución de conflictos.

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