Cine 'made in Allen'
El próximo domingo, por 7,95 euros, dos películas del director de 'Annie Hall'
Es maniático, inseguro, angustiado por la vida y las relaciones humanas, músico, actor, guionista, personaje y director de cine de una treintena larga de películas. Es también Premio Príncipe de Asturias de las Artes, un galardón que Woody Allen recibió en 2002 y que le designaba como "un hombre clave en el último tercio de la historia del cine". Sobre él, y para que pueda conocer mejor sus fobias, miedos, amores, desamores, dudas, dramas y chistes, EL PAÍS comienza una colección de 21 de sus mejores películas.
La serie empieza el próximo domingo con Manhattan (1979) y Melinda & Melinda (2004), dos DVD que podrá conseguir junto con el periódico por sólo 7,95 euros. Con ellas, semana a semana irá conociendo parte de las angustias y humores de este mago de la comedia y el drama. Todo a la vez, como el universo de este americano que narra con elementos típicamente estadounidenses (música, lengua y recuerdos) para hacer un cine que triunfa en Europa, y que es, según el jurado del Premio Príncipe de Asturias, "puente de unión entre las cinematografías americana y europea en beneficio de ambas".
El humor del hombre que durante años se dedicó a provocar y hacer reír en late-shows y su capacidad para hilar gag tras gag están en sus primeras películas: El dormilón (1973) y La última noche de Boris Grushenko (1975). El sexo como parte fundamental de la personalidad es el motivo de Todo lo que usted quiso saber sobre sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972), una obsesión de Allen representada en cuatro historias que culminan con una teta gigante que persigue a un pequeño hombre.
Puramente metawoodyliana sería Días de radio, donde vemos la infancia del multifacético Allen en un niño pequeño, gafotas, pelirrojo, de una familia humilde de Brooklyn que encuentra en la radio -él lo haría en el cine- su válvula de escape. Y su gusto por los cines de barrio y amor a la gran pantalla como refugio y motivo para fantasear están en La rosa púrpura del Cairo (1985).
También resulta fácil verle en Annie Hall (1977), donde interpreta el papel de un humorista casado varias veces, que desea hacer siempre algo más serio, más digno. Es la lucha constante de un director que se mueve entre el drama y la comedia con la mirada puesta en Fellini y Bergman, inspiración para Sombras y niebla (1992) e Interiores (1978).
Su fobia a aparecer en público aparece en Stardust memories, un alegato sobre los derechos de los famosos por mantener su privacidad fuera de las cámaras: Woody Allen, una vez más haciendo de sí mismo y proclamando su derecho a gozar de su vida. Eso sí, siempre con humor porque el pesimista director no puede dejar de hacerlo. Es parte de su arte, algo que él controla, o al menos eso afirma en Stardust memories, donde confiesa que lo único que se puede controlar es el arte y la masturbación.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.