De jefe machista y miserable a violinista soñador
Dos papeles de malo en los nuevos trabajos de Luis Tosar
Aunque no le gustan los estereotipos ni encasillarse en un determinado perfil, Luis Tosar encaja bien en los papeles de malo. No sólo en su experiencia hollywoodiense como narco en Miami vice o el lejano maltratador de Te doy mis ojos. También en la película que estrena hoy, Casual day, de Max Lemcke, donde hace de jefe "un poco cabrón, sibilino y miserable", según sus propias palabras. Para Jim Jarmusch acaba de rodar el papel de violinista que asesora a un asesino a sueldo en The limits of control. Incluso su próximo rodaje, Celda 2011, de Daniel Monzón, le depara un papel de "malo que puede despertar simpatías". ¿Cómo es eso? "Seré un preso de especial seguimiento que organiza un motín en la cárcel. Es malo pero simpático", explica Tosar con media sonrisa. "Nada que ver con mi personaje en Casual day, donde hago de malote por naturaleza y un poco desagradable, de los que dicen 'Yo no te voy a pedir que echemos un polvo' a su compañera de oficina y se queda tan tranquilo. Se mueve en las medias palabras: no te dice nada directamente".
Casual day hace referencia a la práctica importada desde Estados Unidos por algunas empresas que llevan a sus trabajadores un día al campo para "hacer equipo" y fomentar la comunicación. El actor (Lugo, 1971) encarna a Cholo, el clásico jefe machista y peligroso que sabe los puntos débiles de las personas a su cargo. "No me inspiré en nadie en concreto, el guión de Pablo y Daniel Remón era tan bueno que los diálogos salían solos. Lo único que aporté es la voz y gestos que encajaban en ese personaje".
Muy diferente ha sido su colaboración en The limits of control con Jarmusch, que trabaja con escasas páginas del guión y construye secuencias y frases sobre la marcha con muchas aportaciones de los actores. "Ha sido un privilegio trabajar con el hombre al que admiro desde el instituto, con el que además tenía una conexión especial por ser músico, rockero y director independiente. Hace los guiones mediante escritura automática y luego los completa durante el rodaje. Lo interesante fue el trabajo de averiguar juntos aspectos de mi personaje. No sabría decir exactamente el objetivo del violinista: es un guión muy poético, como un sueño. Habla de sus propias historias, de lo que esconde la memoria de las notas. Y como él, el resto de personajes que dan órdenes al asesino le cuentan un poco de sí mismos".
Babelia
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