Bajo la sombra de Lázaro Carreter y de Julián Marías
La figura de Fernando Lázaro Carreter (Zaragoza, 1923-Madrid, 2004) estuvo ayer muy presente en el discurso de Javier Marías que ocupará el sillón del fallecido filólogo. Si bien el novelista confesó que no había conocido personalmente al que fuera director de la Real Academia Española durante siete años, a su juicio, "Lázaro Carreter fue sin duda uno de los más perspicaces y notables lingüistas de los muchos que ha albergado y en número creciente sigue albergando esta institución".
En una opinión de Marías, que comparten muchos de los actuales académicos, el lingüista aragonés "le quitó algunas telarañas a la RAE, la modernizó, la dotó de medios y logró que el conjunto de la sociedad la volviera a tener en cuenta". La labor de divulgación del idioma que Fernando Lázaro Carreter abordó en sus artículos periodísticos y que más tarde agrupó en un libro bajo el título de El dardo en la palabra fue especialmente elogiada por Marías.
Al igual que fueron inevitables las referencias a Lázaro Carreter, la personalidad de Julián Marías se proyectó ayer en el precioso edificio de la RAE, en pleno centro de Madrid, que el filósofo frecuentó como miembro de la institución durante cuatro décadas. De hecho, Francisco Rico terminó su discurso de contestación con una evocación del padre de Javier Marías. "Lo que sin duda sucederá", señaló Rico, "es que junto al sillón que tantas tardes ocupó tu padre, y alguna vez probablemente en ese mismo sillón, oirás a ratos cómo el río corre hacia atrás, hacia las fuentes, mirarás de otro modo la negra espalda del tiempo, y sin dejar de serlo, sabrás también que ya no eres joven, Marías".
Había hecho alusión Francisco Rico a la carrera literaria del novelista madrileño y a su condición de "joven Marías" en sus comienzos y por contraste con su padre. En un tono desenfadado y lleno de guiños cómplices hacia Javier Marías y su generación de novelistas, Rico recordó el eco que había tenido la literatura del nuevo miembro de la RAE desde que publicara Los dominios del lobro y, más tarde, Todas las almas. Al mismo tiempo que animó al novelista, cuyas obras han sido traducidas a numerosos idiomas, a utilizar a sus nuevos compañeros de la RAE como argumentos literarios, Francisco Rico subrayó que Marías se había convertido a sí mismo en un personaje literario. "La inmortalidad te la has dado tú mismo al hacerte no tanto novelista cuanto ente de ficción novelesca".
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