Monica Lovinescu, la voz de la disidencia rumana
La periodista emitía un programa contra Ceaucescu desde París
La periodista y escritora rumana Monica Lovinescu, muerta en París el 20 de abril a los 84 años, tuvo que lidiar en varios frentes en su lucha contra el comunismo. Nacida en Bucarest el 19 de noviembre de 1923, era hija del crítico literario Eugene Lovinescu y de Ecatherina Bàlàcioiu. Poco después de graduarse en Literatura en la Universidad de su ciudad natal, obtuvo en 1947 una beca para estudiar en París. Allí pidió asilo político tras la aparición del telón de acero.
Desde entonces se dedicó a hablar contra los regímenes comunistas auspiciados por la Unión Soviética en toda la Europa del Este. Eso le valió las antipatías de los intelectuales franceses, que, según ella misma describió, "más que izquierdistas, son sovietistas, cuando ni conocen lo que es eso".
En su país, aquellos que vivieron bajo el régimen de Nicolae Ceaucescu, que fue derribado públicamente y por televisión en diciembre de 1989, la recuerdan todavía como la voz que les hablaba de la verdad de su país a través de la radio. Lovinescu emitía desde su exilio en París varios programas en rumano desde Radio Free Europe. El régimen de Ceaucescu prohibía escucharlos, pero en muchos hogares lo oían a escondidas, una bocanada de aire fresco entre la cortina de humo propagandística extendida por el poder comunista.
Lovinescu, que escribió en muchas publicaciones francesas y rumanas artículos literarios, libros de críticas y traducciones, contribuyó a que París acogiera el teatro del absurdo de su compatriota Eugène Ionesco, a quien ayudó a montar La cantante calva, aunque nunca quiso aparecer en los créditos del montaje. También cultivó la amistad de otros exiliados rumanos, como Mircea Eliade o Emil Cioran. Casada con un colega periodista, Virgil Ierunca, no tuvo hijos.
Su posición anti-Ceaucescu le salió cara. Cuando el régimen vio que no callaba, intentó silenciarla encarcelando a su madre de 70 años para que Lovinescu volviera a Rumania. Su madre se lo prohibió, y también se negó a recibir tratamiento médico contra una grave enfermedad que acabó con su vida en la cárcel a los 72 años.
La propia Lovinescu fue víctima en 1977 de un atentado programado por los servicios secretos rumanos en las cercanías de su casa, en las afueras de París, como recuerda The Times citando como fuente al general Ion Pacepa, jefe de los servicios secretos rumanos en el extranjero y después disidente del régimen.
Lovinescu quedó herida de gravedad en la cabeza y estuvo varios días en coma. En los años setenta, cuatro de sus compañeros en Radio Free Europa fueron asesinados o murieron en extrañas circunstancias con la intervención de los servicios secretos, según Pacepa. Sobrevivió al dictador y recibió la Orden de la Estrella de Rumania por su contribución a la vida política y cultural.
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