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Ira de muchos, cárcel para seis

Las encarcelados por la reyerta en El Saucejo seguirán otro mes en prisión

Otro mes más. Los seis encarcelados por la pelea en la que participaron 150 vecinos de El Saucejo (Sevilla) permanecerán en prisión preventiva al menos otros 30 días. Jorge Coronas, abogado de Juan, David, Antonio y Jesús Caíz Bernal y de sus primos Francisco Javier y José Manuel Bernal González, dio ayer esta noticia a sus esposas, que esperaban nerviosas frente al juzgado del municipio cercano de Osuna.

"Creen que es suyo pero yo nací aquí y mi padre, mi abuelo y mi tatarabuelo"
El Ayuntamiento se ha personado como acusación particular "para calmar ánimos"
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Antecedentes racistas

Los incidentes tuvieron lugar el pasado 29 de febrero, frente al bar TNT, a la entrada de El Saucejo, una localidad de alrededor de 4.500 habitantes. El centenar y medio de participantes en la reyerta utilizaron palos con pinchos, bates de béisbol y navajas que dejaron a más de una decena de ellos en el hospital y seis en prisión. Todos los detenidos, que llevan casi dos meses en la cárcel de Sevilla II, pertenecen a la familia Bernal o los Peré, como son conocidos en el pueblo. Tienen varios hijos cada uno y trabajan en la construcción. Las versiones sobre qué ocurrió y por qué se produjo el enfrentamiento de aquel 29 son tan numerosas como contradictorias. "Es una familia gitana problemática", dicen algunos vecinos. "Es que este pueblo es racista", se defienden los Bernal.

No es la primera vez que se producen altercados en El Saucejo, al que algunos llaman Sierra Nevada por la cantidad de droga que, dicen, circula por allí. En mayo de 2006, tras la romería de San José Obrero, payos y gitanos acabaron la celebración en una batalla campal. "Se creen que El Saucejo es suyo pero yo nací aquí, igual que mi padre, mi abuelo y mi tatarabuelo", se enfada Mirella Caíz Bernal, hermana de cuatro de los presos.

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A consecuencia de aquello, la familia de casi 25 miembros, entre esposas e hijos, abandonó sus casas (aunque dicen seguir pagando las hipotecas) y puso rumbo a Osuna, a 25 kilómetros. Allí viven hace ya dos años. Los vecinos de este municipio dicen no haber tenido ningún problema con ellos. "Pero no queríamos pagar el alquiler de Osuna y las hipotecas de El Saucejo. Por eso volvimos... ¡y mira cómo nos han recibido!", se indigna.

El mediador entre la comunidad gitana y la Diputación de Sevilla, José Torres, admite que, en 2006, pudo existir un componente de racismo. "En este caso, aún me falta información", reconoce.

El alcalde de El Saucejo, el socialista Bernabé Oliva, insiste en que su pueblo "no es racista". Para él, los problemas provienen siempre de las mismas personas, los Bernal: "Hay más de 200 gitanos aquí y no pasa nada. Sólo hay una familia conflictiva, la que está en la cárcel". El Ayuntamiento se ha presentado como acusación particular. "Tenía que calmar los ánimos de mi pueblo", explica.

"Lo que pasa es que su familia participó en la pelea y uno salió herido", le acusa Caíz Bernal sin dudar. "Debería ser una alcalde para todo el pueblo, no una venganza personal", añade Bernal.

Yolanda Guerrero, de 30 años, se desesperaba ayer a las puertas del juzgado de Osuna. Es la esposa de Juan Caíz Bernal, otro de los detenidos. El procurador de la defensa, José Antonio Ortíz, le acaba de comunicar que su marido no saldría ayer de la cárcel, como esperaban. Junto a ella, las demás esposas.

Una fuma sin parar. Otra recoge su pelo negro y lo vuelve a soltar. "¡Qué injusticia más grande!", protesta Guerrero con su niña de 11 meses en brazos. "De las 150 personas que pelearon, sólo nuestros maridos están en la cárcel. El motivo está muy claro: somos gitanos". Guerrero, que es "castellana" [su forma de referirse a los payos], no tiene dudas sobre el conflicto: "Yo sé lo que es el racismo porque mi madre me dejó de hablar cuando, a los 17 años, decidí casarme con un gitano. Y aquí, en El Saucejo, he experimentado lo mismo. La gente no nos quiere, nos desprecia", se entristece esta mujer pelirroja de ojos azules.

El abogado de la familia, Jorge Coronas, no daba crédito a la decisión de la juez Gloria Pérez Padilla: "Privar de libertad es una medida demasiado drástica y desproporcionada", protestó.

Y las Peré, que ya son sólo mujeres, tienen otra preocupación: "¿Cómo doy yo de comer a mis hijos si mi marido está en la cárcel? ¿Dónde nos vamos a vivir?". Sus casas están en El Saucejo: "Pero allí no vuelvo yo mientras viva. Lo han conseguido", se rinde Cáiz Bernal.

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