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Los créditos al 'ladrillo' de las cajas vascas superan la media del sector

El 73,46% de sus préstamos privados están garantizados por una hipoteca

Las cajas vascas no se han despegado de la regla general que ha acompañado los últimos años al sector en el conjunto de España: una fuerte expansión en oficinas ligada al crédito hipotecario. De esta forma, la llamada crisis del ladrillo ha llamado también a la puerta de BBK, Vital y Kutxa. La situación de las tres entidades es distinta, aunque las tres superan en más de diez puntos la media de las entidades financieras españolas, que tienen el 61% del total de sus créditos ligado a la construcción, la vivienda y la promoción inmobiliaria.

Un análisis pormenorizado de la distribución de la cartera crediticia de las entidades vascas muestra que su situación no es del todo similar (ver gráfico), aunque las tres entidades aseguran no encontrarse en riesgo ante el parón inmobiliario y de la construcción. A finales de diciembre, el valor de los créditos concedidos por las cajas vascas al sector privado ascendía a 39.618,4 millones de euros, de los que el 73,46% (29.939,2 millones) correspondían a préstamos con garantía hipotecaria. En el caso de la BBK el porcentaje de créditos vinculados al ladrillo era del 70,41%, mientras que asciende al 76,48% en la Vital y al 76,13% en Kutxa.

El principal riesgo de las cajas es el incremento de la morosidad

Pese a su mayor dimensión, o quizá por ello, el peso de los créditos hipotecarios en la BBK -tanto los concedidos a particulares, a empresas promotoras y constructoras y a sociedades de gestión de suelos- es netamente inferior al que tienen en la Kutxa y la Vital.

La situación en las cooperativas de crédito es muy similar. El porcentaje total de los créditos ligado a la construcción es en Caja Laboral del 77,02%, mientras que en la Caja Rural se eleva hasta un 90,68%. En la primera, el 60% de los créditos está vinculado a hipotecas de particulares, y en la Caja Rural, el 57,06%.

El parón en el sector de la construcción a raíz de la crisis de liquidez en EE UU causado por las llamadas hipotecas subprime (de alto riesgo) se ha visto acrecentado en España por un fenómeno especulativo y un exceso de oferta de vivienda. No obstante, en el sector de la construcción no es lo mismo la situación de la vivienda turística que la residencial o la obra pública, que ya se ha reforzado para evitar un mayor ritmo de destrucción de empleo en el sector. La industria y la construcción han sido las actividades con mayor empuje en el crecimiento del crédito (y de la economía), con un aumento medio del 21,5% entre 2003 y 2007.

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Los expertos consideran que un análisis riguroso de la situación real del sector requiere retirar el epígrafe de endeudamiento ligado a la construcción, a la obra civil. Restando de este apartado, el porcentaje de créditos en el sector financiero destinados al ladrillo quedaría en un 58,8%, según los datos del Banco de España. El porcentaje en la Vital rondaría, así, el 47%, en la Kutxa el 67%, y el 61% en la BBK.

El principal riesgo al que se enfrentan las entidades financieras es el de los impagos. Las tres cajas vascas cuentan con un índice de morosidad por debajo de la media del sector, un 0,89%. Pero el riesgo de que se dispare es real. El Banco de España considera que el sector podría aguantar una morosidad del 13,1%, gracias a las provisiones de fondos realizadas los últimos diez años. Según este organismo, en el caso de que las entidades sólo pudieran recuperar el 50% de los impagados, la morosidad se tragaría el 63% de las provisiones, que ascienden a 34.000 millones.

Precisamente Kutxa ha sido la que ha tenido que asegurar más sus inversiones en negocios inmobiliarios. La entidad guipuzcoana hizo el pasado año una dotación de 73 millones de euros, que, unidos a los 103 millones de 2006, le permiten cerrar la regularización de sus activos inmobiliarios. Kutxa cuenta con unos 900 millones de euros en estos activos y los ha valorado a su calificación urbanística real. Esta adecuación le ha supuesto restar en dos ejercicios cerca de 200 millones a su cuenta de resultados.

El parón camuflado

Cada día que pasa está un poco peor y un nuevo experto, organización internacional o nacional se suma la tesis del parón económico. Es un tabú usar la palabra "crisis". Políticos y autoridades se acogen al concepto tradicional de recesión, dos trimestres con una reducción del PIB consecutivos, para asegurar que no estamos tan mal. Pero, más allá del camuflaje en el lenguaje, existe coincidencia en que las cosas no están como en el pasado, que se va a destruir empleo y que la tabla de salvación es contar con unas cuentas públicas saneadas que permiten aguantar el tirón y garantizar el bienestar.

Euskadi no es una excepción. La industria pesa más que en el conjunto de España, pero la economía también se tambalea. El Gobierno vasco ha reducido todas sus previsiones ligeramente y la Cámaras Vascas aseguran: "El sector industrial y el de servicios constituirán la base del crecimiento, mientras que la actividad de la construcción se irá paulatinamente atenuando, aunque la obra civil y la construcción no residencial permitirán que la desaceleración sea menos pronunciada".

Es difícil saber donde está el techo, pero está claro que el sector del ladrillo vasco no se escapa de la crisis de la construcción en España y de la falta de liquidez del sistema financiero internacional por la crisis de las hipotecas de alto riesgo en EE UU. Ya en 2007 se vendieron, según la patronal vizcaína de la construcción, Ascobi, 3.742 pisos menos que en 2007 y se vendieron en 204 días de media, mientras que el año anterior la media era de 140. La tendencia sigue a la baja y las constructoras vascas no se escapan.

"La construcción manifestó ya en 2007 los síntomas de desaceleración (...) . En obra pública todavía tiene empuje la edificación, mientras que la obra civil experimenta un notable retroceso. Así mismo, la iniciación de viviendas todavía crece con notable pujanza, pero el número de viviendas terminadas se contrae", asegura Eusko Ganbarak en un lenguaje conciliador para referirse al parón de la construcción.

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