La tubería se instalará en la zona de servidumbre de la autopista

El Ministerio de Fomento ha pedido a Abertis, empresa que tiene la concesión de la autopista AP-7, que realice sus propios estudios con vistas a la instalación de la tubería que llevará el agua de Tarragona a Barcelona. Se hará en la zona de servidumbre de la autopista. Estas vías tienen, por ley, una franja de unos 50 metros de ancho a cada lado. Será ése el espacio que se aprovechará para realizar la instalación de la tubería. ¿Cómo? Ayer se seguían analizando las diversas posibilidades.

Los técnicos recomiendan instalar algún tipo de protección ante un hipotético choque de un vehículo de los que circulan por la autopista. Es la opinión, por ejemplo, de Manuel Gómez, catedrático de Ingeniería Hidráulica Marítima y Ambiental en la Universidad Politécnica de Cataluña. Gómez explica que la conducción que llegue a Barcelona será, probablemente, muy similar a la que ya llega a Tarragona. Con una diferencia: desde el delta a Tarragona va casi siempre soterrada y apenas se mantiene en superficie cuando cruza viaductos o barrancos.

Abertis hará un estudio de la AP-7 antes de instalar la conducción

El tramo entre Tarragona y Barcelona es muy plano. La única vaguada que salvar es el paso del río Francolí. Casualmente, las obras que realiza Abertis para abrir un tercer carril entre El Vendrell y Tarragona ya se han hecho en el viaducto sobre el Francolí, con lo que la solución será más sencilla.

En el resto del trazado, se puede optar por una tubería o por dos, en función de lo que se pueda adquirir en el mercado, teniendo en cuenta las prisas con las que se trabaja. En cualquier caso, la tubería se hará seccionada, de modo que se pueda cortar el suministro si se produce un escape por cualquier motivo. Cada sección puede ser aislada mediante válvulas que cortan el suministro de agua y permiten la reparación si hay un incidente.

El mejor tipo de protección si no se soterra, sugirió Gómez, serían barreras radiales o semirrígidas que evitaran un impacto directo de un vehículo contra la conducción, dado que al circular en superficie es "más vulnerable". A cambio, se trata, añadió Gómez, "de una obra sin apenas complicaciones. La rapidez en terminar depende de la gente que se ponga a trabajar".