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Columna
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Suspenso en ciudadanía

El Partido Popular valenciano tiene un frente abierto contra la asignatura denominada Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos que habrá de impartirse el próximo curso a los alumnos de segundo de Educación Secundaria Obligatoria. A tal fin, el fértil y mal aprovechado magín de los responsables de la consejería del ramo se aplica a inventar cada pocos días un nuevo obstáculo o fórmula que impida o desnaturalice tal docencia, que a su entender allanaría los derechos de los padres y se inmiscuiría en la conciencia de los individuos. Con el mismo fundamento podían haber dicho que su aprendizaje provoca la caída del cabello o cualquier otro despropósito, pues precedentes de este género no faltan entre los píos centinelas de la moral.

Sugestionados por la ofensiva hemos hojeado uno de los textos elaborados y que probablemente se adoptará en Valencia por un colegio de titularidad religiosa. Una obra homologable con el esquema desarrollado comúnmente por los demás editores, con lo que el juicio es generalizable con los matices de rigor. Les invitamos a que, ligeros de prejuicios, hagan lo mismo y se encontrarán con un canto a la projimidad, el civismo y la democracia en un marco global e interdependiente, ilustrado todo ello con citas y bibliografía de personajes señeros que han configurado el pensamiento de nuestro tiempo. Ya se sabe: Sócrates, Gandhi, Einstein, Luther King y otros de similar perfil. Diría que el careto más izquierdoso de cuantos se reproducen es el del ex presidente Felipe González, lo que viene a ser exponente de la moderación de los redactores que, por cierto, pasan de puntillas sobre un fenómeno tan ineludible como la homosexualidad y las nuevas formas de convivencia que decanta. Prudencia expresiva del pánico que en este país sigue provocando la caverna.

Nada, pues, que a nuestro entender justifique el boicot que por estos pagos -y otros autonómicos con hegemonía política del PP- se le viene instrumentando a la cuestionada asignatura. Por lo visto, Francisco Camps y su muchachada echa de menos la Formación del Espíritu Nacional, aquel ungüento pedagógico que aletargó al estudiantado en tiempos de la dictadura franquista. Una alusión improcedente ésta que hacemos y así nos consta, pues las generaciones que nos gobiernan no fueron contemporáneas de aquel recetario escolar. En cambio, sí procede subrayar que de haber estudiado Educación para la Ciudadanía, esta misma materia que ahora vetan o mixtifican, hubiesen cuajado probablemente en demócratas de más quilates, liderando una derecha valenciana menos ceporra y un partido conservador más liberal del que nos ha tocado en suerte.

Pero resulta obvio que el PP está decidido a extremar su hostilidad contra la asignatura que con Mariano Rajoy en La Moncloa ya hubiesen borrado del plan de estudios. Sin embargo, obligado pechar con ella, es patético el despliegue de trabas que urden las autoridades docentes de la Generalitat. Anunciaron que las clases se desarrollarían en inglés, y no precisamente como homenaje a la Carta Magna de 1215 que constituyó la base de las libertades inglesas. Solo para alarmar, pues por carencia de medios y capacidad no se puede garantizar la docencia en ese idioma. Después, que la didáctica se reduciría a un trabajo trimestral elegido por los padres de los alumnos, reconvertidos así en profesores, y asimismo en la citada lengua. Además, se ampara y sutilmente promueve la objeción de conciencia entre las familias, a las que sin embargo se les endosa la responsabilidad por lo que pueda acaecer cuando la justicia diga su última palabra, se vaya al garete todo este zancadilleo fantasioso y los alumnos se queden sin el título de la ESO.

Por el momento y mientras esta asignatura sea constitucional, al PP no le queda otra alternativa que pavonearse y movilizar a sus huestes más dóciles, que no a todas, pues no toda la comunidad docente afín comparte su criterio. Lo penoso es el grado de precariedad que instalan en el sistema de enseñanza y la división que fomentan entre unas y otra autonomías a propósito de unos contenidos que por su obviedad y civilidad debieran ser exigibles incluso para tramitar el DNI. Con esta deriva reaccionaria que cultivan los populares no habría de extrañarnos que reivindicasen el arameo y lo rosarios de la aurora.

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