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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El alzhéimer, la próxima frontera

Los derivados del cannabis no son sólo un posible tratamiento de molestias como las náuseas producidas por la quimioterapia o para abrir el apetito en el caso de una persona con anorexia o sometida a una medicación muy agresiva. Nuestro grupo se ha dedicado a investigar el uso de uno de los derivados de la planta, los llamados cannabinoides, en el alzhéimer. Estos compuestos son distintos del THC (tetrahidrocannabinol), que es el que confiere las propiedades psicoactivas a la planta.

El alzhéimer, neurodegenerativo y crónico, es la mayor causa de demencia. Aunque en los últimos tiempos hemos avanzado mucho en el entendimiento de los procesos moleculares y celulares involucrados en la patofisiología de esta enfermedad, ha habido pocas terapias que hayan llegado a la fase clínica (su uso en pacientes).

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La identificación del sistema cannabinoide se ha completado en los últimos años, y las terapias basadas en estas sustancias empiezan a ser admitidas para diferentes enfermedades. El alzhéimer puede ser una de ellas en el futuro. De acuerdo con la evidencia más reciente obtenida por nuestro grupo, los receptores de los cannabinoides están localizados en las placas seniles del cerebro de las personas con alzhéimer.

Este descubrimiento, junto a otros relacionados con la reducción de la neurotoxicidad inducida por la proteína beta-amiloide (otra de las manifestaciones en el cerebro de las personas con alzhéimer), sientan las bases para el uso de estos componentes, que combinan una acción tanto antiinflamatoria como neuroprotectora, dentro de un enfoque terapéutico del alzhéimer.

Ello no quiere decir, lógicamente, que recomendemos que una persona se fume un porro. Nosotros trabajamos sólo con algunas de las sustancias que forman parte del cannabis, y es a ellas a las que nos referimos. Estas sustancias tienen propiedades farmacológicas que las hacen adecuadas para el uso de diversas enfermedades (en concreto, el alzhéimer, que es nuestra diana).

De hecho, nosotros preferimos usar uno de los cannabinoides aislado, porque así evitamos el efecto psicoactivo que se produce con el conjunto. Este trastorno puede ser un obstáculo a la hora de aplicar un tratamiento en la práctica clínica. Por eso trabajamos en evitar esa doble vertiente. Y hemos visto que es posible obtener una neuroprotección sin la psicoactividad asociada utilizando dosis bajas de combinaciones de cannabinoides o agonistas selectivos de uno de ellos (el llamado CB1).

En el caso del alzhéimer hay otro componente del cannabis que hemos descubierto recientemente que puede tener efectos. Se ha visto que el THC (tetrahidrocannabinol) inhibe la actividad de la AchE (acetilcolinestarsa, enzima que degrada la acetilcolina), que es otro de los factores del alzhéimer y en cuya acción se basan las únicas terapias aprobadas hasta la fecha.

Por último, los cannabinoides también pueden ser útiles para el tratamiento de la anorexia y los trastornos de comportamiento asociados al alzhéimer. En resumen, que los derivados del cannabis —y no me refiero a toda la planta, sino sólo a alguno de sus componentes— pueden ser útiles en un futuro para tratar esta enfermedad tan devastadora.

María de Ceballos es investigadora del Instituto Cajal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

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