El presidente del BCE sostiene que lo peor de la crisis está por llegar
Trichet considera que la prioridad es la lucha por el control de la inflación
La crisis financiera mundial tiene todavía que dar fuertes sobresaltos, según Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE). "Yo no diría que ya hayamos pasado lo peor", señaló ayer Trichet en el Parlamento Europeo. "Es una muy importante crisis que todavía está en marcha". No obstante, el presidente del BCE reiteró que la lucha contra la inflación es su principal prioridad, con una tasa que va a estar muy por encima del 2% durante buena parte del año. Una vez más, insistió en la necesidad de la contención salarial y en el necesario ajuste de incrementos de las nóminas a la productividad para evitar, en su opinión, el mal mayor del desempleo.
El siempre cauto e indirecto Trichet hizo buena su fama ante la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios de la Eurocámara cuando abordó de perfil la crisis financiera que tiene a los mercados al borde del ataque de nervios. En su opinión, todavía se van a vivir momentos intensos. "Yo no diría nada [sobre el fin de la crisis]", agregó antes de soltar: "Es una muy importante crisis que todavía está en marcha".
El diagnóstico a este lado del Atlántico es idéntico al de la Reserva Federal, pero el tratamiento de la dolencia es diferente. Desde Washington se han bajado drásticamente los tipos de interés (tres puntos en seis meses, hasta el 2,25%), pero Francfort se mantiene firmemente desde hace nueve meses en el 4% y no tiene intenciones de abaratar el coste del crédito. Según Trichet, tal disciplina es lo mejor "para alcanzar nuestro objetivo de la estabilidad de precios".
Ése es un objetivo siempre escurridizo a la vista de que en febrero la inflación europea alcanzó la cifra récord del 3,3% y va a seguir, dijo Trichet, "significativamente por encima del 2% durante buena parte del año".
De ser así, será el noveno ejercicio consecutivo en el que la estabilidad de precios, fijada oficialmente en torno al 2%, burla el objetivo del BCE. Trichet atribuyó esa persistencia inflacionaria al encarecimiento de la energía y de los productos alimenticios y, tras alertar de que las tensiones alcistas van a continuar, habló de que es posible que haya aumentos de precios en sectores con poca competencia, subidas de impuestos indirectos y de los precios regulados.
Son amenazas creíbles para el bolsillo de los ciudadanos, a las que los trabajadores no deben responder reclamando subidas salariales en consonancia, vino a decir, una vez más, un Trichet en guardia contra lo que técnicamente se denomina "inflación de segunda ronda". Los salarios, explicó Trichet, no deben estar indexados automáticamente a la inflación, sino que "deben relacionarse con la productividad porque, en caso contrario, la economía pierde competitividad y eso lleva al desempleo".
No sólo los ciudadanos de a pie van a sufrir en los meses venideros: los extraordinarios beneficios de la banca de la eurozona también se van a ver afectados por una menor actividad crediticia y una menor asunción de riesgos.
Transparencia
Trichet reclamó transparencia a los actores de los mercados financieros y, ante el autogol que se han hecho las agencias de calificación de riesgos, insistió en la necesidad de que el negocio se autorregule por las buenas. En caso contrario, se les impondrá un código de conducta.
Hablando de economía real, el presidente del BCE aseguró que la europea "tiene buenos fundamentos" y está en fase de "moderado crecimiento". El informe trimestral sobre la situación de la eurozona, glosado ayer por la Comisión Europea, apunta que la economía continental está aguantando el tirón gracias al fuerte crecimiento de los mercados emergentes, pero advierte de que hay nubarrones en el horizonte.
"La economía de la zona euro sigue teniendo fuerte viento de cara, incluidas las persistentes incertidumbres sobre la duración y el coste final de las turbulencias financieras, el debilitamiento de la economía de Estados Unidos y el incremento de precios de las materias primas", comentó Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos. "A pesar de sus sólidos fundamentos económicos, la eurozona está empezando a sentir los efectos", concluyó.
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